Arnado, un pueblo singular que quiere inmortalizar a sus «lavandeiras»

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El Concello de Vilamartín busca financiación para instalar una escultura en la localidad modelada por Pedro Dobao

Arnado, pueblo singular de Vilamartín, aspira a inmortalizar a las «lavandeiras» con una escultura, estatua-homenaje a aquellas mujeres que se concentraban en los lavaderos públicos para lavar, al tiempo que daban rienda suelta a la charla, la risa y a un día a día donde el lavadero público se convertía en punto de encuentro vecinal.

La iniciativa arranca del Concello, que preside Enrique Álvarez Barreiro. El objetivo es rendir homenaje y recuerdo a una figura y práctica que todavía pervive a pequeña escala en el municipio, modelada con la mirada, arte y manos del escultor Pedro Dobao, oriundo de Arnado.

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El alcalde de Vilamartín relata que cuando se inició la remodelación de la plaza de Arnado y del centro social, «Pedro Dobao me llamó y me dijo que le gustaría gustaría tener una obra en su pueblo», un sueño que comparte el propio Ayuntamiento, animado por un objetivo permanente de embellecer y potenciar la singularidad de este pueblo y de todos cuantos conforman el municipio.

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«A mí también me encantaría, pero como Concello no tenemos financiación suficiente». Por ello, ha solicitado una subvención a la Diputación provincial, de 15.000 euros, a fin de materializar una bonita idea que, dice el regidor, ha sido vista con agrado por la citada institución.

La colocación de una escultura en Arnado también es una forma de potenciar y complementar las peculiaridades de este rincón del municipio.

El proyecto está incardinado en lo que Enrique Álvarez Barreiro denomina un «contexto tradicional e histórico. Hablar Arnado y hablar del castillo es un emblema para el Concello. Si tenemos que referenciar el municipio, una de las primeras referencias es el castillo de Arnado, aún cuando sea privado».

Un pueblo como tal, estima el alcalde, debería tenerse en cuenta. «El escultor Pedro Dobao nació en Arnado. Pensamos que es un punto ideal para reflejar la obra del artista y el atractivo de la localidad».

Enrique Álvarez Barreiro dice que supondría evocar una práctica de antaño y las «lavandeiras», sinónimo de algo más allá del simple hecho de lavar la ropa: una forma de relación social.

«Para nosotros es importante», subraya recordando que el escultor Pedro Dobao ya tiene representación en Vilamartín en forma de monumento al emigrante, situado en la Plaza José Luis Núñez. «Si conseguimos tener una en su pueblo natal sería muy interesante», concluye.

Arnado: una «atmósfera» rural, majestuosa y romántica

Arnado tiene encanto. Al llegar a esta pequeña localidad de Vilamartín se yergue su pintoresco castillo del siglo XIX, elemento que le infunde un sello propio. La vista se eleva, en medio de un silencio sepulcral, tan sólo roto por el sonido del campo.

Impregnado de una «atmósfera» majestuosa y romántica que emite el castillo que surgió de una historia de amor (Pedro Sanjurjo Flórez que mandó construirlo por amor a su mujer doña Pilar Argudín Bolívar), este pequeño pueblo también desprende estampas bucólicas y aquellas propias de la esencia del rural.

La mirada atenta de simpático un burro, junto a una plantación de olivos —animal en vías de extinción que aquí pervive—; el paso de caminantes para disfrutar de un paseo saludable o el tranquilo y pausado pastar de un rebaño de ovejas, cerca de su iglesia; forman parte del retablo cotidiano de Arnado.

Arnado es, sin duda, un pueblo con encanto.