Carlos Tejerizo, director de Sputnik Labrego, presentó las conclusiones y los interrogantes de las excavaciones del yacimiento arqueológico de Vilamartín, calificado como único
El castro de Valencia do Sil y las claves para descifrar su historia centraron una ponencia con las conclusiones sobre la investigación y excavaciones llevadas hasta ahora por Sputnik Labrego, una conferencia que se desarrolló en el Centro Cultural Santa Lucía de Vilamartín y que llenó la sala.
El alcalde, Enrique Álvarez Barreiro, anfitrión de este interesante relato felicitó a los arqueólogos de Sputnik Labrego por los avances en la investigación del castro y les entregó obsequios (vino y una pequeña escultura en pizarra con el rostro de Florencio Delgado Gurriarán).
El acto comenzó con las palabras del presidente del Instituto de Estudios Valdeorreses, Aurelio Blanco Trincado, quien además de recordar el respaldo del IEV al grupo de arqueólogos, citó a los pioneros de la excavaciones en el castro, Os Escarbadores. Le siguió José Fernández quien realizó un paseo fotográfico y explicativo de los castros que hay desde O Barco hasta A Rúa.
Y llegó el momento más esperado. Carlos Tejerizo, arqueólogo que dirige Sputnik Labrego, puso sobre la mesa los resultados de la investigación arqueológica recordando que son hipótesis, no son una verdad absoluta ni hechos cerrados por aquello de que en ciencia y arqueología todo es discutible.
Comenzó señalando que si arqueología es sinónimo de emoción, también «es muy emocionante y especial estar hoy en Vilamartín para compartir» todos los hallazgos, citando la «deuda» para exponer las conclusiones que —dijo— «teníamos con este municipio» y que no se pudo saldar antes debido a los tiempos de covid. «Para nostros Vilamartín, Casaio y Valdeorras es ya nuestra casa», valoró.
Tejerizo subrayó que sin el trabajo de Os Escarbadores, del arqueólogo Santiago Ferrer, José Fernández y del IEV, el castro de Valencia no sería tan conocido y pidió un aplauso de reconocimiento para ellos que «estalló» con fuerza en la concurrida sala.
«Es un yacimiento único», remarcó, porque, entre otras cosas, «fue muy excavado y las excavaciones fueron muy duras. Es una oportunidad única para Vilamartín y Valdeorras, para tener un referente arqueológico», dijo Carlos Tejerizo, detallando que llevan cuatro campañas de excavación desde 2019 y que, incluso, se realizó un convenio con la Universidad de Santiago y después con la de León para que alumnos pudiesen hacer prácticas como referente a su vez de futuros arqueólogos y arqueólogas. Y agradeció al concello de Vilamartín su implicación además de otras instituciones.
Tejerizo desgranó los interrogantes sobre el castro de Valencia do Sil, uno a uno.
¿Cuándo se ocupó el castro de Valencia do Sil?
Para determinar el contexto se realizaron ocho dataciones por radiocarbono para determinar la edad del yacimiento. «Tenemos la suerte de contar muchos huesos de animales y los mandamos a analizar, que no dicen el tiempo exacto de cuándo murieron pero sí una probabilidad», aclaró Tejerizo.
El resultado reveló dos momentos de ocupación en el sitio: Entre el año 100 antes de nuestra era y el 150 después (siglo I y II). El sitio se abandona un par de siglos y vuelve a ser ocupado un siglo después, entre el 300 y 450 (siglo IV y mediados del siglo V, después de nuestra era). Fue este último cuando más impacto tuvo.
Su localización, calificó Tejerizo, es muy peculiar, en una ladera, formando terrazas donde fueron creadas las estructuras. «Es importantísimo por una cuestión: requirió un esfuerzo de trabajo enorme. La localización no es casual, sus pobladores querían estar en ese punto y por mucho tiempo ahí», indicó.
La excavación del grupo de arqueólogos de Sputnik Labrego abarcó, principalmente, dos zonas (una donde hay una gran casa), y la corona del castro, donde todavía no hubo resultados. «Eso no quiere decir que no hubiese ocupación en la corona sino que por cualquier razón de la historia desapareció», matizó.
¿Dónde vivían los habitantes de O Castelo?: La casa de una familia acaudalada y una pulsera de bronce decorada
Carlos Tejerizo contó que hay muros debajo de las estructuras que implica que hubo algo antes de la ladera y también se encontraron otros debajo de las construcciones cuadrangulares (las casas). Ahora, durante las nuevas excavaciones, han aparecido nuevas estructuras que los arqueólogos de Sputnik Labrego creen que son de la primera fase del castro.
Describió que hay una gran casa que apunta a que sus propietarios eran de alto estatus, una familia acaudalada. Su tipología es más parecida a la casas de las ciudades romanas que a las viviendas del campo. Ahí fue hallada una pulsera de bronce decorada y un vidrio decorado, elementos que en época romana implican la buena posición o alto nivel de sus moradores. Y también, se encontró un buen puñado de monedas.
Otra zona que se está excavando ahora es la denominada en su día «casa romana», donde hay dos hallazgos interesantes: un canal de agua, que de nuevo habla de una organización casi urbanística con sistema «sofisticado, que está muy bien hecho y que pensamos que tiene continuidad y que está situado detrás de la citada casa»; así como «estucos» pintados en la casa, que de nuevo certifican el alto nivel de la familia que la habitó.
En este apartado, Carlos Tejerizo hizo un inciso para agradecer la colaboración del barquense «Coquixo» (Luis Enrique Rodríguez Arias) por su colaboración en tareas de excavación.
¿De qué vivían?: Vida cotidiana y supervivencia
Los arqueólogos recogieron todo tipo de material como cuencos, ollas y todo el repertorio de útiles para cocinar. «Es muy interesante la cerámica porque revela que Valencia do Sil estaba muy conectada con el exterior, que había importación, recibía productos de otros sitios», argumentó Tejerizo. Puso como ejemplo que ya el año pasado, fue hallada «sigilata africana«, que se hace en África, y también se localizaron ánforas que suponen comunicación y comercio.
«El castro de Valencia do Sil no era una isla, sino que estaba conectado con el exterior. Era una sociedad que vivía con todo lo que necesitaba y que, además, comía buena carne», tal y como acredita el análisis de huesos de la zona.
«Había caballos —posiblemente para tareas del campo— vacas, ovejas, cabras y cerdos. El cerdo implica de nuevo una comunidad con capacidad económica pues supone una inversión, hay que criarlo y engordarlo», concluyó.
«Valencia do Sil es un sitio donde se hacían objetos de metal de altísima calidad»
El trabajo del metal es otra de las cuestiones que hacen único al castro de Valencia do Sil. En él había una forja. Si inicialmente se pensó que estaba ubicada en una de las casas del yacimiento, ahora ha sido desterrada esta idea. Lo que sí es cierto es que, en base a los análisis de metales, está muy próxima, en el entorno.
Esa es la razón por la que aparecieron kilos y kilos de escorias, que certifican la existencia de la forja, que se fabricaban objetos tanto de bronce como de hierro y que eran de altísima calidad.
«La hipótesis que estamos manejando es que la ocupación tiene que ver con esta forja y el trabajo metálico. Siendo un poco atrevido, podría decir que tal vez fabricasen objetos como la pulsera de bronce encontrada este año. Tiene su coherencia», señaló Carlos Tejerizo.
El castro más expoliado: Las monedas
Hasta ahora han sido encontradas al menos 30 monedas. El hecho de que aparezcan tiene mucho que ver con la devaluación, e incluso desaparición, como herramienta de comercio a lo largo del siglo V. Era una sociedad que ya no precisaba las monedas.
«Tengo un mapa con todos los agujeros de expoliadores marcados en el terreno y está lleno. Es un yacimiento muy expoliado, principalmente elementos de metal y por eso no encontramos tantos como deberíamos», dijo Tejerizo. No obstante, se han hallado también una llave para cerrar una puerta, el brazalete de bronce decorado y útiles de hierro, entre otros objetos.
¿Qué paisaje había en el castro de Valencia do Sil?
Los análisis polínicos del sedimento arqueológico revelaron diferencias entre la primera fase y segunda del castro, remarcando las dos fases de ocupación del castro. En la primera fase en los siglos I y II había muchísimos más árboles que en la fase de ocupación, donde hubo una reducción de masa arbolada.
«En la primera fase se detectaron pólenes de fresno, nogal, castaño e, incluso, tejo, frutales y avellano, además de pólenes cereal. Este último dato revela que tenían tierras de cultivo», precisó el arqueólogo.
En la segunda fase del castro hubo una reducción de masas arbóreas, con más arbustos, además de nogal y castaños, especies asociadas a la expansión del Imperio Romano.
Los interrogantes: ¿Dónde está el cementerio?
La respuesta a la pregunta sobre el momento de abandono del castro de Valencia do Sil no está del todo clara. Sputnik Labrego cree que fue abandonado en torno al año 450, es decir, mediados del siglo V. El yacimiento marca el momento de transición entre el fin del Imperio Romano y la emergencia de un nuevo paisaje.
«La gente no abandona su casa porque sí, tiene que haber razones de peso. En este caso, creemos que tiene que ver con las mudanzas políticas tan fuertes que hubo a lo largo del siglo V», puntualizó Tejerizo.
No obstante, señaló que todavía quedan muchos interrogantes por resolver, de ahí la necesidad de seguir investigando. «¿Cómo era O Castelo cuando se ocupó por primera vez, dónde está el cementerio, dónde está la forja y qué tipo de sociedad tenía?, entre otras cuestiones».
La investigación sigue abierta y tendrá continuidad.