José Costa González y Merche Fernández recorren el Camino de Invierno y han hecho todas las rutas jacobeas menos dos: «No hay edad para peregrinar»
El Camino no tiene edad. Y si no que se lo pregunten a José Costa González, de Corme (A Coruña), aunque reside en San Sebastián. «Tengo 90 años de nada», dice con sentido del humor. Recorre el Camino de Invierno con Merche Fernández, que tiene 82, de Donosti. «El Camino a estas edades se hace más tranquilo, sin más», cuentan. Han hecho 20 kilómetros del tirón, desde Sobradelo (Carballeda) hasta A Rúa. Ahora flaquean algo las piernas, pero esto es algo común a todos los peregrinos.
Las dos primeras etapas han sido muy duras, dice, pero lo hace porque «somos adictos al Camino, es algo que se lleva dentro». Han recorrido todos los Caminos que hay. «Solo nos falta el Mozárabe y el Inglés», expresan con orgullo. Y también los harán.
José Costa, con 90 años, está en plena forma. «Sí, realmente me siento bien», expone. «A nuestra edad reconozco que, tal vez, no debería hacer el Camino, pero caminamos, tenemos fuerza física para ciertas etapas. A los 90 años es una excepción, sí».
Califica el Camino de Invierno como «precioso, aún cuando cada uno tiene su encanto. La Vía de La Plata , por ejemplo, también me gusta mucho».
El primer Camino que hizo fue empujado por sus hijos, hace unos años, después de una pérdida, al fallecer su esposa. «Me dijeron coge la mochila, y así lo hice. De Roncesvalles hasta Santiago de Compostela. Llegué buscando que me curase las penas y no encontré nada. Pero sí me gustó llegar a Compostela. Y a partir de ahí comenzó todo. Cada Camino que hacemos, siempre llegamos a a Santiago, que me encanta», relata.
Merche Fernández realizó su primer Camino con unas amigas. Lo hizo como un reto. Después, fue a partir de 2011 fue cuando empezó a peregrinar con José Costa. «Todos los caminos los hacemos juntos», matiza. Lo más importante, expone, es la ilusión, el motor para iniciar el Camino.
Ambos aclaran que «no lo entendemos como peregrinar, sino como caminar y ver sitios diferentes. El primer Camino fue como peregrino, ahora ya no. Eso sí, hay una emoción, llegar a Santiago, y cuando lleguemos iremos a la misa del peregrino.
El Camino de Invierno tiene una particularidad, es una ruta dura en algunos de sus tramos. Esta exigencia no desanima a esta pareja de peregrinos. «Si hay que hacer una pequeña trampa en algún tramo, se hace». Eso sí, esto no les resta el mérito de emprender este desafío digno de aplauso.
Además, se han hecho una pareja popular en el Camino. «Cuando vamos caminando nos preguntan, ¿son las personas que tienen 90 años?».
José y Merche son los peregrinos veteranos del Camino. «Mientras podamos, seguiremos», concluyen con entusiasmo.
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