Un peregrino belga (que reside en Madrid desde hace 25 años), Christian Moons, cuenta su experiencia en esta ruta jacobea «que permite el contacto con los lugareños y no está masificada»
El Camino de Invierno abre paso cada día a los peregrinos. Christian Moons es un peregrino que acaba de pasar por Valdeorras. Es de Bélgica, aunque se siente también español pues reside en Madrid hace 25 años. Se jubiló hace un año y este es su primer Camino de Invierno y su segunda ruta jacobea (la primera fue el Camino Primitivo).
Sonriente, muy sociable y feliz de vivir esta experiencia, Christian Moons relata que «elegí el Camino de Invierno porque es menos transitado, no está masificado. A mí no me gusta el mogollón. En otros Caminos, cada vez que te vas acercando a Santiago, parecen una autopista, y para aglomeración de gente, ya tenemos Madrid y las grandes ciudades».
Peregrina por «un desafío conmigo mismo», por una especie de «ponerse a prueba», conectar con la naturaleza y, en definitiva, vivir la experiencia. En su caso, programa etapas largas. Porque Christian está en plena forma. «Camino mucho y vengo preparado», señala.
Hasta ahora el Camino de Invierno le está gustando. Observa alguna carencia, citada otras veces por los peregrinos pasan por esta ruta jacobea. «Desde Ponferrada hasta Las Médulas no he encontrado ningún bar, en un tramo de unos 28 kilómetros. Menos mal que ya había desayunado. Y desde Las Médulas hasta O Barco, tampoco había demasiado», lamenta.
Es un peregrino que ha hecho un alto en el Camino en el entorno de Las Médulas, añadiendo una noche más, para visitar el entorno y realizará otra parada en Monforte de Lemos. «Aprovecho así para hacer un poco de turismo. El año pasado, cuando hice el Camino Primitivo, como conocía Oviedo y Lugo no me paré porque ya los conocía», cuenta.
El año pasado hizo el Camino Primitivo, en total, 330 kilómetros, y no estuvo un momento solo. «Había muchos españoles, extranjeros y todo el Camino estuvo marcado por el contacto y relación con peregrinos. En el Camino de Invierno he experimentado estar solo, sin compañía de otros peregrinos, y estoy haciendo más contacto con la gente local, conociendo a los vecinos de los pueblos en el Camino».
De hecho, en O Barco, pasó el día de su llegada un buen rato charlando con vecinos «de al otro lado del río», señala, en alusión a Viloira.
Recomienda a los peregrinos madrugar para evitar horas de calor, «pues este mes de septiembre está siendo caluroso», e ir preparados «con suficiente agua y galletas o algo de comer. Que los peregrinos no cuenten con encontrar un establecimiento, o un bar en el Camino, porque no hay», expresa.
Christian prosigue el Camino de Invierno con entusiasmo. Ahora camina hacia Santiago. Y lo hace a muy buen ritmo. A buen seguro que logrará su desafío.