La casa del escudo de A Rúa Vella vuelve a la vida con nuevo propietario

Publicidad

El barquense Gabriel Prada ha comprado el inmueble y además de residencia evalúa abrirla al público en el futuro desarrollando algún proyecto cultural

La emblemática y señorial casa del escudo de A Rúa Vella, situada en el «corazón» de la Plaza César Conti, vuelve a la vida después de largos años deshabitada. Su nuevo propietario es Gabriel Prada, de O Barco, persona vinculada al mundo de la cultura y el teatro.

Su idea es convertirla en su residencia, aún cuando no descarta destinar una parte de la misma en el futuro para desarrollar algún tipo de proyecto cultural abierto al público. Antes, es preciso una rehabilitación del inmueble.

Ni el propio Gabriel Prada imaginaba que adquiriría esta edificación singular. «Yo mismo me sorprendí. Jamás había pensado en comprar una casa tan grande y antigua. Estaba buscando una casita y un amigo me lo propuso. Cuando la vi, me cautivó», dice, citando el gran abanico de posibilidades que ofrece una casa de estas características.

Publicidad

Además de su restauración, pondrá en orden la historia de la casa y de su vistoso escudo. Para ello, se ha recabado la ayuda del presidente del Instituto de Estudios Valdeorreses, Aurelio Blanco Trincado, e historiadores.

Al mismo tiempo, está contactando con vecinos y vecinas de A Rúa para profundizar en la idiosincrasia de esta edificación que cuenta con varios siglos de vida.

La vivienda conserva el sabor del pasado: suelo de madera y escaleras de pizarra; rellano empedrado en forma de peces de canto rodado; lucernarios; bodega con una cuba de vino de más de un siglo e incluso conserva objetos, libros y muebles antiguos, entre otros. El más curioso una antigua silla orinal.

Uno de los detalles que más le llama la atención es el escudo, cuya procedencia no tiene clara. Pero también la casa en su conjunto, dotada de ocho habitaciones, jardines y edificaciones anexas. El inmueble «habla» por si mismo.

Gabriel Prada señala que le han contado que en una de las edificaciones para aperos de labranza, que cuenta el exterior de la casa, fue destinada a capilla religiosa presidida por la talla de San Jerónimo, estatua que podría estar enterrada en camposanto.

Ahora, «tengo que respirar la casa, dialogar con ella y que me transmita, integrarme en el barrio y ver hasta donde puedo llegar», señala.

La presencia de Gabriel Prada y la reapertura de la casa ha sido muy bien recibida en A Rúa Vella, barrio que ha sido testigo del cierre constante de viviendas y pérdida de población en los últimos años.

A Rúa tiene ahora un nuevo vecino con un hermoso proyecto por delante.

El proceso para la restauración durará al menos dos años.

La casa del escudo abre sus ventanas, empieza una nueva vida y con un nuevo propietario.