Julio Mourelo: «O Cristo siempre fue una fiesta esperada, que ésta sea la mejor»

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Dio lectura al pregón y chupinazo en la Plaza Mayor de O Barco haciendo un repaso de su niñez y juventud y cómo eran los festejos en el pasado: «Un pueblo que sabe divertirse, a fondo, en paz, es un pueblo culto, sabio»

La Plaza Mayor de O Barco acogió la lectura del pregón y el chupinazo, este año a cargo de Julio Mourelo, para el inicio de las Fiestas de O Cristo, que se celebrarán hasta el próximo 17 de septiembre. Recorrió la historia de los festejos desde sus vivencias y visión de su infancia y juventud. «Para mí, O Cristo siempre fue una fiesta esperada de la que guardo agradables recuerdos», dijo.

Julio Mourelo agradeció de corazón la elección de su persona para pronunciar el pregón, durante el que trazó la historia de O Barco. Comenzó rindiendo un cariñoso recuerdo a aquellos aquellos y aquellas barquenses que, buscando una vida mejor, salieron de O Barco a otros lugares y que, acudían siempre puntualmente a las cita con las fiestas, pero que hoy ya no están.

«Cada vez que miramos atrás, nos preguntamos, cuál fue la época más importante de nuestra vida, la que más nos marcó o la más feliz. Es difícil responder a esto porque la vida está hecha de muchos y pequeños detalles, de momentos, de encuentros, de personas, de decisiones, de casualidades. Realmente, se componen de todo eso», expresó.

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Julio Mourelo relató que muchos momentos felices de su vida coinciden con la niñez y la adolescencia, etapas que pasó en O Barco. «Soy lo que aprendí aquí», puntualizó, rememorando sus recuerdos de la niñez y adolescencia.

«Para mí, la década de los 60 fue uno todo: Poner en la calle una rondalla, terminar mis estudios, servir a la patria En Sanidad Militar de A Coruña, mis primeros trabajos, siendo uno de ellos –Caja Ourense – en el que continué hasta la jubilación y ya, para finalizarla, ¡me enamoré y casé!».

Julio Mourelo recordó los juegos infantiles en la calle, juegos tradicionales como el de las canicas, el fútbol, el baloncesto, la billarda, el parchís etc; el valor del río sil y el verano en su entorno, el peso de la Plaza Mayor, donde había espectáculos de titiriteros y llegaban circos que creaban fuerte expectación.

Su amor por la música (toca la guitarra) le llevó en 1961 a proponer la creación de una rondalla y nació «Airiños do Barco», que actuaba en las Fiestas de O Cristo, en «A Casuca» y en diversos eventos culturales.

Julio Mourelo contó que cuando sonaban vientos de fiesta, «a mí, me embargaba una especie de emoción y de inquietud que se acentuaba a medida que el 14 de Septiembre se acercaba. También sentía alegría, pues venían primos y tíos a la fiesta y alguna propinilla siempre se escapaba. De alguna manera, la música, las bombas, etc. rompían la monotonía cotidiana”. También ayudaba a sus padres en la popular Churrería Mourelo.

Julio Mourelo recordó que la Fiesta se situaba en la Plaza Mayor, Porto da Barca y en la plazoleta ubicada a la subida del Malecón, cómo se iluminaba la iglesia de San Mauro; las bandas de música, militares o municipales, que siempre le apasionaron; la procesión del Nazareno, las calantornias, los cabezudos, los fuegos artificiales, las lanchas o barcas metálicas, colgadas con cadenas de una estructura semejante a los columpios (que costaban un real); los vendedores de golosinas; los helados de Agustín el heladero; los barquillos de Julio (el limpiabotas); también los pasteles de Enrique “El Juez”; tómbolas; feriantes; la “Confitería Regueira” y más tarde la de “Antonio Lago” y «¡también los churros y patatas fritas calentitos que hacía mi padre en su puesto situado entre dos acacias en Porto da Barca».

Ya en su juventud, llegó el baile como una forma más de “intimar” o “ligar” con las jóvenes que «ya nos hacían “tilín”.

Fue su madre quien le enseñó a bailar y de aquellos bailes, «salieron muchos matrimonios y el mío, fue uno de ellos y que ya dura 54 años» con Marta.

Habló del cine y la importancia que tuvo en la vida social de O Barco así como las salas del “Cine Emperador”, el “Monumental” y el “Colon”. «Hoy el cine sobrevive gracias al interés de Xosé María Rodríguez y el Cine Club Groucho Marx, con el apoyo y respaldo del Ayuntamiento de O Barco».

Citó el Descenso Internacional del Sil y realizó un reconocimiento a Alfredo Fernández Fernández «que, a pesar de su ceguera, fue un luchador incansable en la puesta en marcha de esta actividad».

Julio Mourelo subrayó que con el paso de los años, O Barco «pasó de ser un pequeño barco fondeado a orilla del río Sil y se convirtió en un gran trasatlántico», habitado por una población mayor, que hizo que la fiesta se trasladase a O Malecón.

Apeló a la recuperación de la historia y tradiciones en O Barco, «nuestro patrimonio inmaterial».

Finalmente, Julio Mourelo, lanzó un mensaje para disfrutar de las Fiestas de O Cristo: “Alegraos que, con esta fiesta llegó el momento de la alegría. Saludaos unos a otros como si fuera la primera vez o como viejos amigos. Abrazaos, bailad, cantad, reíd y, hasta tomad un “chanqueiro” de este buen vino de nuestra tierra .Dejaos llevar por la música, romped por unos días la monotonía de todo el año, de forma que la explosión de vuestra alegría no tenga más límite que el del respeto a los demás. Un pueblo que sabe divertirse a fondo, en paz, armonía y respeto, es un pueblo culto y sabio.”

Y deseó que «estas sean las mejores fiestas que disfrute O Barco, que se graben en la memoria de todos para que su recuerdo alivie la «morriña» de los que tendrán que irse de nuevo y anime, a los que quedamos para seguir trabajando juntos, a aparcar las diferencias para conseguir una villa más habitable y feliz”.