El propietario de Castañas Moral señala que las castañas están dañadas como consecuencia del cambio climático, la avispilla y el hongo que las enferma
Carlos Moral, propietario de Castañas Moral, de O Barco, afirma que este es el peor año que recuerda para el sector de la castaña. «Un desastre como éste no lo recuerdo y llevo ya 30 años en el sector», dice.
El año pasado también hubo poca castaña debido a los incendios pues ardieron castaños —relata Carlos Moral— y «además llevamos tres o cuatro años con la avispilla, hongo y enfermedad. «En 2022 cuando terminó la campaña pensé que peor campaña que aquélla no la íbamos tener a tener en la vida y resulta que esta fue la peor, un desastre».
Al menos un 50 por ciento de las castañas están estropeadas, «pero no solo en Valdeorras, también a nivel de otros países europeos», añade, apuntando que el cambio climático cada vez hace más mella en este emblemático cultivo.
«Los castaños están muy débiles y dañados por la avispilla, muy bajos de defensas, el exceso de agua, el exceso de calor con más de 30 grados y la humedad provocó la proliferación de hongos», cuenta Carlos Moral.
Esto se traduce en grandes pérdidas económicas para el sector, «empezando por el agricultor, aún cuando aquí la mayoría de ellos no vive de las castañas sino que representa una fuente de ingresos complementarios. Pero está claro, en este momento no es rentable para nadie, ni para productores, ni almacenistas, ni empresas», lamenta.
Como empresario y almacenista afirma que llegó la campaña y tiene que realizar una escrupulosa selección, «no se pueden comprar todas porque castañas hay, pero no se pueden comercializar porque no valen para los mercados. Esto supone pérdidas enormes, de al menos el 60 por ciento», añade el propietario de Castañas Moral.
Carlos Moral señala que hay una pequeña esperanza en la castaña tardía, que se produce en zonas como Candeda de Domiz (Carballeda), por ejemplo, y que se recoge a finales de octubre y principios de noviembre. Aún así, «no va a estar cien por cien, lógicamente, como otros años».
Carlos Moral es espejo de lo que está ocurriendo en las empresas del sector. «Tengo poco y bastante malo. Si en años anteriores se recogían hasta 20.000 kilos, ahora te quedas con 2.000 o 3.000. Las revisamos y seleccionamos a conciencia, de lo malo de esta campaña, seleccionamos lo mejor. No se compra lo que no se puede comercializar. A veces se ven bonitas por fuera y por dentro están tocadas».
«Aquí hacemos un muestreo y pruebas. Abrimos un centenar de castañas si tiene un porcentaje elevado de castañas estropeadas ya no la recojo», señala.
El mal estado de las castañas ha rebajado el precio de compra a los agricultores, si antes se pagaban a 1,40 euros el kilo aproximadamente, ahora son a 0,80 céntimos. «No se recoge la que está muy dañada», concluye.