Calantornias y cabezudos, una emoción tan placentera como agridulce

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Esta vez no encabezaron la procesión de O Cristo en O Barco como marcaba una tradición que «hay que cuidar y conservar porque si no se quedará en una mera pieza de museo y no lo es, debe tener vida», dicen las personas adultas que se enfundaron en la «piel» de estos personajes

Manuel Mariño Rodríguez, Daniela Rodríguez Fernández, Andrea Otero, Isaac Cruz, Amadeo Real, Manuel Real, Mencía Rozas, Adrián García y Víctor Santos fueron este año la otra «piel» de las calantornias y cabezudos en las fiestas de O Cristo de O Barco. Una parte de ellos y ellas se enfundó por primera vez en los personajes más entrañables de los festejos, siendo toda una experiencia y ejemplo de implicación para la continuidad de la tradición por excelencia en la celebración de esta tierra.

Sin Vanesa Yáñez, no habría sido posible, dicen. Fue la persona que orquestó y conjuntó a calantornias y cabezudos para que brillasen en este día tan especial. «Fue el Concello de O Barco el que lo organizó», recuerda.

Manuel Mariño, Daniela Rodríguez e Isaac Cruz

«Pesaba un poco la careta y ahora me duelen los hombros», decía con un sonrisa y derrochando simpatía Manuel Mariño Rodríguez, uno de los más pequeños cabezudos que, sin duda, vivió portar una de estas figuras emblemáticas. Eso sí, mereció la pena, porque «nos gustan demasiado», coincidían otros participantes para los que una parte fue su primera vez.

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Adrián García se enfundó en la calantornia Rey. «La experiencia ha sido muy bonita. Venía de pequeño con los cabezudos y ahora ya damos paso a las nuevas generaciones y cogemos el relevo de las calantornias, que pesan más y hay que estar más fuerte para llevarlas. Además hace calor dentro», expresa.

Víctor Santos portó la calantornia reina. Relata que lo mejor de participar es «dar continuidad a una tradición que es de todos y todas y que está más allá de cualquier creencia religiosa y culto. Es una tradición popular, pertenece a todas las personas que quieran participar».

Isaac Cruz fue uno de los cabezudos. Argumenta que portar esta máscara «es una experiencia única. Todos los que fuimos niños en O Barco siempre nos preguntamos cómo sería llevar esta máscara. Ahora lo descubro y, realmente, es una emoción muy placentera«, este año también «un poco agridulce, pues no entendemos cómo este año no pusieron a las calantornias y cabezudos unas gaitas para bailar y realizar su representación ancestral. Este año la procesión fue demasiado solemne y no pudimos hacer nuestra performace».

Coinciden el resto de adultos que se convirtieron en calantornias y cabezudos en que en estas fiestas no se le dio el protagonismo y lugar merecido conforme a la historia de los festejos. «Teníamos que ir delante, abriendo la procesión, como se ha hecho toda la vida, y esta vez fuimos detrás», añade Víctor Santos.

Expresan que respetan la decisión y el culto, pero que calantornias y cabezudos «tenían que ir delante, creemos que esta también es una tradición importante que hay que cuidar y conservar porque si no se quedará en una mera pieza de museo y no lo es, debe tener vida», puntualizó Isaac Cruz.

Calantornias y cabezudos forman parte de la esencia de las fiestas de O Cristo.