Así fue la ruta arqueológica en Vilamartín en «Un domingo con Florencio»

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José Fernández guió a medio centenar de participantes y relató la historia de vestigios de una mina de oro y petroglifos

Valdeorras vivió hoy «Un domingo con Florencio» en Vilamartín que comenzó con una ruta arqueológica por algunos de los vestigios históricos del municipio y finalizó con la presentación de una antología poética sobre Delgado Gurriarán.

La ruta discurrió por una explotación aurífera en las «Palas» de Valdegodos, de época romana, y los petroglifos «do Bosque» de Córgomo.

José Fernández, presidente de la Sección de Arqueología del Instituto de Estudios Valdeorreses (IEV) fue el guía del interesante «roteiro», que reunió a medio centenar de personas de la comarca.

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La primera parada de los caminantes fue la citada explotación minera aurífera. José Fernández relató que en ella se extraía oro incluso antes de la época romana.

Explicó que con la llegada de las empresas mineras de Roma se aplicó el sistema de lavado de las tierras arcillosas para obtener el preciado oro, que después se depositaba en crisoles al fuego mezclado con mercurio, se evaporaba y quedaba el oro puro en pepitas para llevar a Roma.

José Fernández contó que la mano de obra minera local sería la población de la zona, que trabajaría en las explotaciones cuando no había ningún trabajo en el campo y para eximirse de pagar tributos a Roma.

También explicó José que se elegían tierras arcillosas coloreadas por hierro en zonas bajas en forma de olla porque en los estratos más bajos se acumulaba el oro y se lavaba con agua procedente de canales que traía agua de zonas más altas para eliminar los estratos superiores y llegar a los más bajos, lindantes con capas pétreas más ricos en oro, que hacían rentable su explotación.

Otra curiosidad es que en Vilamartín, al igual que en otras zonas de Valdeorras, se encuentran galerías excavadas en zonas arcillosas bajas en las cuales se extraía directamente la tierra para sacar oro al lavarlas.

«Posiblemente el origen de las covas para guardar vino provenga de estas galerías para explotar oro«, indicó José Fernández, añadiendo que con la llegada de la vid con Roma, de forma fortuita, se descubriría su idoneidad para conservar el vino.

Tras un agradable paseo, la ruta prosiguió hasta los petroglifos de «O Bosque», que el propio José Fernández descubrió en los años 80.Allí explicó el origen geológico de los conglomerados rojizos tan usados en las construcciones valdeorresas, como resultado evolutivo de la mezcla de canto rodado, gravilla y óxido de hierro como cemento.

Sobre los más gruesos no se podría esculpir petroglifos, pero sobre los más finos, originados en épocas más secas, que no tenían cantos rodados en su composición, sí eran usados por los antiguos habitantes de la edad del bronce para esculpir estos trazos, círculos y cazoletas en la piedra, haciendo alusión a motivos de naturaleza, o a modo de mapas o relativos a objetos celestes.

Lo que sí se sabe es que en las localizaciones de petroglifos hay mucha actividad telúrica,que según José Fernández incluso llegan a volver locas a las brújulas y las aguas que se acumulan en ellos se usaban de antiguo, siguiendo costumbres y rituales, para curar diversas dolencias.

(Texto y Fotos: Rubén Marcos)