Alberto Vázquez: «La Ira del Cerval es un periplo entre Oriente y Occidente»

Alberto Vázquez Corzo, autor de La Ira del Cerval
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Es la primera novela de este autor con raíces en la comarca: «Me gustaría que tuviese su lugar en Valdeorras»

Alberto Vázquez Corzo acaba de publicar su primera novela, La Ira del Cerval, de la Editorial Adarve. El libro estará a disposición de los lectores a partir de la próxima semana.

El autor es Técnico Superior de Deportes y ejerce como profesor de judo en colegios de Valdeorras y Monforte. Vive en O Barco. Ahora es un escritor revelación del que muy pocos, o casi nadie, sabían de su faceta. Su «asignatura pendiente» es terminar la carrera de Filosofía, que retomó hace ya algún tiempo, porque aún cuando su vida profesional discurre en torno al deporte, las letras le apasionan.

Alberto Vázquez Corzo nació en A Coruña, pero su madre era de Candeda de Domiz (Carballeda de Valdeorras) y su padre de Santigoso (O Barco). Su realidad y procedencia tiene espejo en su obra, que anima a leer, especialmente en Valdeorras, tierra que ha inspirado esta novela de misterio, amor y leyendas que arranca a orillas del río Sil y llega hasta el mismísimo Japón. Valdeorras es para él un cruce de caminos, que también se refleja en La Ira del Cerval.

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Es un escritor con alma, el alma valdeorresa que trasciende fronteras, abierta al mundo, orquestada por la sensibilidad. La Ira del Cerval es una novela que podría incardinarse en el género de aprendizaje.

De A Coruña, pero con raíces bien profundas en Valdeorras, ¿cuál es su relación con Valdeorras?

Desde pequeñito venía de vacaciones a Valdeorras. Para mí significaba la libertad. Esto era otro mundo. Salir de A Coruña suponía descansar del «cemento», la ciudad. Valdeorras me encantaba.

Su abuela materna también le ha inspirado a la hora de escribir

Mi abuela materna es una figura muy importante. Coloreó mi infancia de leyendas de Valdeorras que dieron, en parte, origen a las que hay en libro. No obstante, me permito licencias porque se mezcla ficción con hechos históricos. Mi abuela era una persona muy culta. Nació en Candeda de Domiz en 1899. Era una persona autodidacta. Y muy valiente. Se fue a Cuba a trabajar. Regresó. Todavía la recuerdo con 80 años viajando a Brasil para ver a un hijo. Fue muy adelantada a su tiempo. Tenía mucho carácter, era muy independiente. Siempre estaba leyendo. Realmente, me marcó.

Deduzco que, por tanto, aparece en la novela

En la novela aparece su pueblo, Candeda de Domiz, aunque cambié el nombre empleando un juego de palabras. Y ahí empieza la leyenda. Aparece todo de forma muy natural. Sí que está ahí.

Del deporte a la escritura, ¿cómo se produce el salto?

Desde pequeño varios profesores me animaron a escribir. Yo me empeñé en hacer todo lo contrario, como suele pasar cuando eres joven. No tengo cualidades para ser un deportista de élite. Han tenido que pasar muchos años para escribir esta novela. Creo que escribir exige una cierta madurez, experiencia, una cierta trayectoria vital, al margen de la valentía del momento. Y ahora era el momento.

¿La pandemia influyó?

No, para nada. Yo firmé el contrato con la editorial en diciembre de 2019. Lo que ocurrió es que la pandemia sí retrasó el tiempo de publicación. En próximos días, ya estará en Valdeorras.

La Ira del Cerval…un título realmente sugerente

En un principio tenía otro título. Pero este título es como el lado oscuro de otro que había pensado. Este tiene más gancho. Cerval está basado en un descubrimiento reciente, que dice que en el Norte de la Península Ibérica habitaba un tipo de lince europeo denominado lobo cerval. Partiendo de esto, del hecho de que en Galicia fue el último lugar en desaparecer ya que a principios del siglo XX todavía existía, y de ciertas leyendas de mi infancia, fui estructurando la novela, además de inspirar el título.

¿Cuál sería el resumen que hace de la novela que anima a leer el libro?

Son 500 páginas que se traducen en una mirada íntima que se sumerge en un cruce de fronteras. La novela es también un periplo entre Oriente y Occidente. El protagonista viaja hacia Japón, hacia un lugar lejano y nuevo. En contraposición con esa lejanía, es una historia muy cercana que nace a orillas del Sil, con su ritmo suave y tranquilo, y que vuelve a las montañas en sus recuerdos. Todo ello confluye en el protagonista, que es nacido en O Barco, pero tiene el apellido Japón. Este apellido es originario de la primera embajada japonesa, que llegó en el siglo XVII a Europa por España. Parte de esos japoneses se quedaron a vivir en el sur de España y dieron lugar al apellido Japón. El protagonista es originario de ese apellido y va a Japón en búsqueda de su pasado como algo normal o turístico, pero se encuentra una verdad y un presente que jamás hubiese imaginado. Ahí empieza todo un periplo y una aventura.

¿Hay moraleja?

No me gustan mucho las moralejas porque, una vez que la novela abandona a su autor, el libro tiene muchas vidas. Además, cada uno es dueño de la vida que ve en su propia lectura. Pero sí podría decir que es el reflejo de una juventud, que tiene de todo y a la vez le falta muchas cosas esenciales y me refiero a la formación de su carácter y personalidad. Esto se refleja mucho en el libro. Es un joven que pasa muchas cosas. En la novela aunque la dibujo como thriller o una historia de amor y una leyenda, es una novela de aprendizaje o de formación. Yo pienso que todo libro debe ser una aspiración a mejorar.

¿Novela de aprendizaje como, por ejemplo El Guardián entre el Centeno?

Sí, pero La Ira del Cerval no tiene nada qué ver con El Guardián entre el Centeno. Son muy diferentes.

¿Debería ser una novela «obligada» en los centros escolares?

Es pronto para que lo diga yo. Supongo que lo dirá el tiempo y cuando la gente lo lea. Pero sí es una novela crossover, que es ideal para todos los públicos, desde el lector juvenil (ESO) hasta el adulto. Depende también de cómo se acerque o conecte el público con la novela.

¿Tuvo que bucear en las leyendas o ya la conocía?

Las conocía. Son leyendas populares, una de ellas la de la Lagoa da Serpe, en Trevinca. Creo que ésta es la última leyenda celta viva que queda en España. También me he permitido licencias para colorear la historia o llegar donde quería llegar. Después, hay una parte de ciencia, que me llevó a documentarme de forma indolente y que casi «acaba conmigo» —bromea en alusión al amplio trabajo documental—.

¿Cómo definiría Valdeorras?

Valdeorras la veo como un cruce de caminos. No creo que haya que asignarle una única cultura romana, celta etc. La riqueza de Valdeorras es que es una comarca muy abierta, acogedora, que ha evolucionado muy rápido, al igual que su gente.

Parte de cero, ¿dónde le gustaría llegar como novelista?

Yo pensé que escribir era más fácil. En mi insolencia de juventud pensaba que podía escribir cinco novelas en un año, que lo haría sin dificultad. Pero no es así, para nada. Es cierto que si estoy inspirado puedo escribir 100 páginas rápido, pero después necesito meses, muchísimo tiempo para corregirlo. De hecho, he engordado 30 kilos —dice con una carcajada—, de estar sentado escribiendo.

¿Qué hace falta para escribir?

Cierto talento y, sobre todo, muchísimo trabajo, horas y tiempo. Que vayas andando por la calle y te apasione tanto la historia que sigas pensando en ella porque parece que «te secuestra».

¿Los valores del deporte, en su caso como profesor de judo, han influido en su novela?

Posiblemente, sí. Cualquier tipo de deporte exige un gran sacrificio y ejercicio de fuerza de voluntad. Con un libro es lo mismo. Es una cuestión de fuerza de voluntad, disciplina, orden y levantarte todos los días sabiendo que tienes que hacerlo. Los valores del deporte, lógicamente, ayudan. De hecho, hubo algún momento que me quedé saturado, pero seguí adelante.

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¿Algún referente, le gustaría parecerse a algún autor?

Parecerme no. Pero sí han si influencias para mí algunos autores. Por ejemplo, me encanta la escritora japonesa Yoko Ogawa, autora de «La fórmula preferida del profesor». De España, también me gustan Aitor Castrillo; Christian Martínez Silva, autor de «Sin más respuesta que el silencio» y Lola Villarín, autora de GlarinKlíter, entre otros

¿Como buen escritor, le gusta leer…?

Me gusta estar informado. Me encanta leer libros de Filosofía, releer La Ilíada y La Odisea. Me gusta mucho la poesía, repetir poemas. Y Rosalía de Castro me apasiona.

¿Cuándo y dónde se puede adquirir su libro?

Lo importante es que el público se anime a leer, en general. Me gustaría que Valdeorras fuese un referente de lectura. En cuanto a mi libro, espero que despierte interés y que la gente de la se anime a conocer una historia que engancha y forma parte de Valdeorras. Va más allá de la comarca. Es un viaje hermoso a través de la lectura. El protagonista es de Valdeorras y abre interrogantes: ¿cuáles son sus pasos, dónde va, qué hace…? Para cualquier persona de Valdeorras puede ser asomarse a algo nuevo. La novela es un periplo entre culturas. Me encantaría que este libro tuviera su lugar en Valdeorras. Porque a mí Valdeorras me ha aportado mucho y me constituye tanto como persona como autor.

(Alberto Vázquez Corzo tiene otro proyecto en manos de ciencia ficción. Este sólo es el comienzo de su andadura como novelista).