José Vega: «As Ermitas no recuerda una Semana Santa tan triste»

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Los fieles piden a la Virgen de As Ermitas que se obre el milagro para erradicar el coronavirus

El santuario de Nuestra Señora de As Ermitas (O Bolo) está cerrado a cal y canto, también el atrio. Se yergue en una profunda y rotunda soledad, envuelta en un halo de espiritualidad, tristeza y un silencio impropio de esta época. Ni rastro del trasiego y bullicio que vivía cada Semana Santa. El templo y el pueblo ofrecen la estampa atípica y lógica pintada por el estado de alarma y el coronavirus.

Este lugar de encuentro de fieles de todo el mundo, ahora solitario, está muy presente en el corazón de los devotos, que se encomiendan la Virgen de As Ermitas para que obre el milagro contra el virus más despiadado.

José Vega Martínez, presidente de la Cofradía de Nuestra Señora de As Ermitas y guía del Santuario, la persona que se encarga de los incontables grupos de personas que en Semana Santa se acercaban a vivir esta fecha, dice que es un momento «muy triste, pero de fuerza mayor».

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Relata que puede ser la primera vez en la historia del santuario, al menos en los últimos años, que no hay actos de Semana Santa. No está claro. Hay dudas si en 1909 pudo suspenderse a raíz del gran desprendimiento de una montaña, que se llevó una capilla, 27 casas, un cruceiro y 36 personas.

Los administradores del Santuario reciben estos días incontables llamadas de los fieles para compartir momentos, pedir consejo espiritual y lanzar buenos deseos a través del teléfono. Y aún cuando no descartaban inicialmente retransmitir vía internet algún acto religioso, han desistido porque la cobertura en el Santuario es «muy escasa», añade José Vega.

Hoy es Viernes Santo, el Día del Vía Crucis, uno de los más especiales por ser prácticamente único en sus características. Es una jornada que ayuda a recordar por qué es tan único. Es del siglo XVIII —sólo hay dos más de estilo barroco en Europa, el de Bon Xesús de Braga (Portugal) y el de San Carlos Borromeo de Milán (Italia)—, cuenta con 15 estaciones o capillas y 57 tallas religiosa. La mayor parte de ellas están repartidas por el denominado Camino del Desierto, hoy más desierto que nunca.

La imposición del manto de la Virgen, las «nueve vueltas alrededor del Altar Mayor», las procesiones, la oración, los ofrecimientos… quedan ahora en la memoria a la espera de que el próximo año pueda reinar la normalidad.

«No se esperaba algo así. Son momentos difíciles. Las oraciones ahora, en casa», concluye José Vega.

Una Semana Santa de confinamiento.