El Casino de A Rúa forma parte de la identidad de A Rúa. Fue fundado en 1951. Atesora 68 años. Desde que abrió, nunca cambió de sede, asomándose a la calle Doctor Vila. José Couso Sotelo, Pepe como le conoce la mayoría, es la «memoria viva» de este local, que antaño tuvo tanta repercusión, pero también de la evolución que ha registrado el municipio. Durante siete años fue presidente del emblemático Casino, desde finales de los años 70 y parte de los 80. Couso, que tiene 82 años, empezó a acudir al Casino a los 22. Su padre fue uno de los fundadores.
El Casino de A Rúa nació de unas reuniones en el Café de Belmonte, que hoy es el actual Bravo Lux. “Aquí se reunían personas de más o menos importancia de A Rúa”, explica José Couso, que un buen día acordaron crear el Casino como un lugar para tertulia, fiestas y reuniones. “Empieza exclusivamente para esas finalidades, pero trascendió tanto, que se abrió a todo el pueblo”, dice.
Las obras del Casino tuvieron gran repercusión en los años 50. Entre otras cosas, cuenta Couso, porque «se basaron en la habilidad que había en ese tiempo de artesanos de todo tipo, es decir, profesionales de carpintería y albañilería. Aprovechando esa facilidad, lo fueron haciendo poco a poco hasta que lo abrieron», relata. Comenzó a funcionar en 1953 con un buen número de socios y llegó a alcanzar los 300.
El primer presidente fue el médico José Quiroga Suárez, que llegó a ser presidente de la Xunta de Galicia. A lo largo de la historia tuvo muchos presidentes. Couso destaca lo que considera un falso concepto. «Todo el mundo creía que era un casino de élite, que sólo podían acudir ricos, pero esto es mentira. Al Casino vino todo el mundo, desde el obrero más sencillo al más acaudalado. Eso sí, había una cuota y, por este motivo, no todo el mundo ingresó».
El Casino era un lugar único, también por una circunstancia especial pues «A Rúa siempre fue muy aficionada al juego, en todos los rincones del municipio”. Y en el Casino se jugaba a todos los juegos imaginables: a las cartas, tute, subastado, poker, julepe, bacarrá, dominó _ y derivados de estos como “chamelo” y “garrafina”_. Cualquier juego tenía cabida en el Casino. También las chapas, que durante muchos años fueron permitidas. “Las chapas nacieron mucho antes de que naciese el Casino”, que fue un ingreso económico importante pues «una parte de lo que se jugaba revertían en el Casino».
El Casino abría tarde y noches. Relata una anécdota sobre el juego: «Hubo un supermillonario, el Ruchel, que hizo famosa una tarde-noche del Casino, durante la que se jugó un millón de pesetas, que entonces era muchísimo dinero. Y lo perdió».
Además de tertulia y juego, los bailes eran la gran baza del Casino. Se iniciaron en el año 1953. Había portero, hombres con corbata y mujeres con las mejores galas. «Las fiestas se hacían siempre con orquestas, nunca con tocadiscos. El baile estrella era la de Fin de Año, pero había otras como la de carnavales. La fiesta infantil de carnavales tenía mucho éxito. Los niños venían encantados, con disfraces que llamaban la atención. Era otra época», relata Couso.
Su época más floreciente entre 1968 y 1970. En aquel momento, A Rúa gozaba de gran esplendor. El Casino jugó un importante papel social. «Aquí se solucionaban o hablaban problemas políticos, sociales, lugar de tertulia profunda, también literaria, «tertulia profunda y con un alto nivel. Venía gente de todo tipo», esgrime José Couso.
Como curiosidad relata que incluso un sacerdote del tiempo, Manuel González Aparicio, que era arcipreste de la zona, era cliente diario del Casino. «Aparte de gustarle mucho el juego, cuando nosotros presumíamos de conocimientos, “llegaba él y nos dejaba boquiabiertos con su retórica”.
Relata otra anécdota para ejemplificar la vida del Casino: «Recuerdo una frase del hermano de Cosme López, Carlos, que era maestro, que decía a su mujer: hoy hay que comer antes porque si llego tarde al Casino me quedo sin sitio para jugar una partida».
Cuenta que fue en el Casino donde se ideó la prueba más importante que tuvo A Rúa, la «carrera ciclista», el Gran Premio Cuprosan, que estuvo vigente durante muchos años. «Vinieron campeones del ciclismo de España, Francia…era un centro de casi cualquier actividad, de la cultura y política. Las iniciativas de verdadera resonancia en el pueblo se fraguaron en el Casino». También recuerda la época en la que grandes empresas, como Saltos del Sil, generaron un movimiento de personas que formaron parte activa de A Rúa y también de la vida del Casino.
Pepe Couso habla con pasión del Casino. ¿Pero qué supuso para él? «No concibo A Rúa sin el Casino», valora. “Marcó de forma muy clara a la gente”, añade. Lo lleva en el alma, con una profundidad muy especial, pues ha deparado momentos eternos en la memoria de las personas que lo frecuentaron. «Muchas personas lo sentimos tan hondo, que no lo dejamos morir pase lo que pase. Para mí significa mucho. Fue parte de la felicidad de la gente, de la historia de A Rúa. No porque fuese el Casino, sino por las personas que venían», señala.
Niega rotundamente que este lugar de encuentro fuese elitista, percepción muy extendida entre la población. «Acercó muchísimo a las personas. Fue un lugar de encuentro de personas de toda condición social. Y hasta originó matrimonios”.
Su idea en su etapa de presidente consistió en introducir a los jóvenes y crear actividades para niñas y niños, pero «fracasé rotundamente», apostilla. Sobre todo porque coincidió con un momento de éxodo, de gente que abandonó A Rúa. Con la pérdida de población, el Casino fue entrando en una especie de letargo que estuvo a punto de condenarlo a su desaparición. «En algún momento hubo que hacer una prorrata entre los socios, además de la cuota, para que fuese funcionando. Y ahí entró en decadencia. Hubo una época en que no había ni encargados del bar, nos servíamos nosotros mismos. Entonces nos dedicamos a buscar alguien que quisiese hacerse cargo», cuenta con tristeza.
Pero la vida del Casino siempre estuvo latente, también en la fase de decadencia, marcada por la falta de junta directiva, el cambio de mentalidad y la propia evolución de la sociedad. A lo largo de su historia siempre se mantuvo abierto. «Hay que destacar la labor del fallecido Santos Izquierdo, que fue el alma del Casino. Estuvo 50 años de atención al público, mesas y bar durante horas y horas cada día».
Couso ha sido testigo también de la evolución en el ámbito de la igualdad. Antiguamente, el 99 por ciento de los socios eran hombres, los denominados entonces «cabezas de familia», aunque «había alguna mujer soltera y de edad avanzada. Las mujeres eran domiciliadas y los hombres, vecinos. Ellas podían venir como socias, pero por ser esposas, hijas etc. Después, eso cambió, incluso en alguna época las mujeres asumieron las riendas del Casino».
En la actualidad, el Casino ha perdido el pulso de antaño, pero es lugar de encuentro de la «gente de antes», que se reúnen a jugar la partida y grupos de mujeres que se aproximan martes, viernes y días festivos. «Ellas son ahora el verdadero motor y alma del Casino, además de la pareja que está al frente de la atención del Casino, Bernardo y Carmela, que lo sienten como propio aportándole mucho cariño». Todavía mantiene el juego de las “chapas”, eso sí, venido a menos.
José Couso Sotelo es una de las personas que ha mantenido la fidelidad al Casino. Es de A Rúa Vella, rincón natal sobre el que dice: «Soy el que más quiere a A Rúa Vella de todo el mundo». Trabajó 41 años en el Ayuntamiento de A Rúa, desde 1961 hasta el 2002. Su puesto era administrativo, si bien ejerció como secretario-interventor municipal durante muchos años ante la carencia de esta figura en el Concello en aquélla época . «Incluso me tocó durante una época llevar también la secretaría de Petín», recuerda con orgullo.
Una de las curiosidades es que siempre ha sabido recitar de memoria y al dedillo el nombre y los apellidos de los 4.500 habitantes de A Rúa y «hasta podía pronunciar de memoria los de las 10 o 12 familias de A Rúa Vella con 10 o 12 hijos e hijas. Nombres, apellidos y apodos”, aclara.
Su padre, Ramón Couso, había sido recaudador de impuestos para toda la zona de Valdeorras y también empleado del Ayuntamiento de A Rúa. «Entre los dos sumamos 80 años de ejercicio profesional al servicio de la administración local», dice.
Además de presidente del Casino lo fue del CD Rúa, en la década de los años 70, y se considera uno de sus fundadores pues si bien la idea de crear el Club de fútbol fue de otra persona, Couso fue quien lo «profesionalizó», no en el sentido deportivo sino administrativo, ayudando a la participación oficial del equipo de fútbol en torneos y colaborando en la gestión para la construcción del viejo campo de fútbol de A Rúa. «Nos costó hierro y harina conseguir el campo, pues tuvimos que viajar a Madrid y hablar con el delegado Nacional de Deportes, allá por la década de los 80».
Es una persona muy conocida en A Rúa que también apostó por la empresa. Así, fue constructor y tuvo talleres de mecánica, chapa y pintura de la Agencia Renault.
Toda una vida en A Rúa con recuerdos que le convierten en memoria viva de este municipio.