Desde el 15 de marzo que abrió sus puertas ha alojado a casi 800 personas, la mayoría españolas, pero también de otros países como Australia, Nueva Zelanda, Rusia, de América y Europa, entre otros
El albergue de peregrinos de A Rúa abrió sus puertas el 15 marzo de este año. Desde entonces, hasta ahora, han pernoctado casi 800 peregrinos (778 hasta la semana pasada) en sus instalaciones, cifra que crece cada día. La mayoría proceden de España, pero también alojó a personas de otros continentes y países como Alemania, Bélgica, Dinamarca, Austria, Eslovenia, Finlandia, Francia (30), Italia (63), Grecia, Irlanda, Holanda, Portugal, Polonia, Reino Unido, Serbia, Rusia, Ucrania, Chile, Uruguay, Venezuela y América (23), Oceanía (13 de Australia y 5 de Nueva Zelanda), un peregrino filipino, uno de Corea del Sur y un israelíta.
El buen pulso del albergue de A Rúa, que registra movimiento a diario, es espejo de que el Camino de Invierno late que, desde enero y hasta ahora, registró el paso de 2.395 (según la Oficina del Peregrino ).
La Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago (Agacs) gestiona el albergue de A Rúa. Begoña Valdomar, vicepresidenta de este colectivo y responsable de Hospitalidad, explica que ha sorprendido gratamente la diversidad de nacionalidades y la buena acogida del albergue entre los peregrinos.
«La gente busca Caminos más tranquilos como el de Invierno. Notamos que les impacta, les llama la atención la hospitalidad tradicional«, expone. Aquí la acogida es extraordinaria, con un trato personalizado por los hospitaleros, «además de ser voluntarios, somos peregrinos. Y los tratamos como nos gustaría que nos tratasen a nosotros», añade, resaltando además el paso de peregrinos con edad avanzada.
Esta hospitalidad tradicional es agradecida por las personas que peregrinan. «Se van muy felices. Aquí encuentran el espíritu del Camino otra vez si en algún momento lo perdieron».
Cena y desayuno colectivo entre los peregrinos que pernoctan
El albergue de A Rúa cuenta con una persona voluntaria que rota cada 15 días, que ha sido peregrina y con experiencia como hospitalera. Abre a las 15,00 horas pero brinda la atención cuando es requerida por los peregrinos. «Hemos observado que las temperaturas condicionan mucho la apertura. O hace mucho frío o hace mucho calor y eso marca la apertura», aclara Begoña Valdomar.
Después del registro y de acomodarlos, los peregrinos tienen opción al aseo, lavar la ropa y descanso en sus literas y se comparte una cena entre todos, en torno a las 20,00 horas, que cocina el hospitalero que atiende el albergue.
De A Rúa a Quiroga es una etapa muy exigente y, en general, los peregrinos se van a dormir pronto. Al día siguiente, se realiza un desayuno a la hora acordada con los peregrinos. Se van y dejan un donativo, el que consideren. Cuando se despiden, el hospitalero limpia y ordena para recibir a los siguientes.
«Estamos encantados con A Rúa, la gente, sus vecinos y vecinas. La verdad que no esperábamos tanto. La experiencia está resultando muy bonita», comenta Begoña Valdomar .
«El Camino de Invierno hay que cuidarlo mucho, ojalá que no muera de éxito, hay que mirar menos los números y más la calidad humana»
Begoña Valdomar Insua, vicepresidente de la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago (Agacs) y responsable de Hospitalidad de este colecitvo, que recibió la Medalla de Oro de Galicia en 2022 (que otorga la Xunta de Galicia), afirma que «el Camino de Invierno tenemos que cuidarlo mucho y también a la gente que vive en el Camino. Hay que mirar menos los números y mirar más la calidad humana».
Considera que «no se debe caer en los mismos errores de otros Caminos, donde se ha mirado mucho el número«, dice en alusión a la masificación y que «los peregrinos que tengamos, estén bien atendidos y que la relación sea buena entre las dos partes (peregrinos, albergues y gente que vive en el Camino) porque la masificación provoca problemas a unos y a otros y un Camino puede morir de éxito como ya está pasando. Al de Invierno, ¡ojalá que no le pase! No obstante, no creo que llegue a estar masificado porque este es un camino duro, muy exigente, y a las masas no les gusta la exigencia física», expresa.
«El Camino ya hace vida solo»
Sobre este Camino —dice— «lo más inteligente es cuidarlo, cuidar su trazado físico y cuidar que no se masifique. Todos los que estamos en el Camino, asociaciones, políticos, hospitaleros etc. deberíamos estar siempre de acuerdo en preservar el Camino y el entorno por donde pasa esta ruta jacobea. Porque el Camino ya hace vida solo».
Begoña Valdomar insiste en que «hay que respetar mucho el Camino y dotarlo de hospitalidad. Es cierto que el Camino es riqueza económica, pero no solo es esto, hay que quedarse con la riqueza humana y espiritual. El hecho de poder estar en un albergue como el de A Rúa, por ejemplo, y que convivan nacionalidades diferentes y se entiendan, aún cuando no sepan idiomas, eso lo da el Camino. La hermandad la da el Camino y esos valores intangibles son los que hay que cuidar».
Valora el Camino de Invierno en toda su dimensión: «Es auténtico, con una espectacularidad paisajística extraordinaria. Aquí está vivo el espíritu. En otros Caminos con mucha gente se está perdiendo o desvirtuando».
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