Amparo Quiroga: «no tengo miedo al curso, sí una gran responsabilidad»

Amparo Quiroga Gayoso
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La directora del Instituto Lauro Olmo de O Barco explica el protocolo de seguridad del centro y relata cómo vive y siente el mundo de la enseñanza

El curso escolar en Educación Secundaria, Bachillerato y FP comienza el próximo miércoles, 23 de septiembre. Amparo Quiroga Gayoso, directora del IES Lauro Olmo de O Barco, centro en el que ejerce la enseñanza desde hace 22 años, considera que este curso va a poner a prueba, más que la excelencia académica (que la tiene año tras año), la responsabilidad.

De nada sirve que el centro reúna todos los protocolos de seguridad contra la COVID-19, que ya se han desplegado en cada milímetro del «Lauro Olmo», sin la implicación responsable de la comunidad escolar (familias, alumnado, docentes y personal) para trazar una barrera firme al coronavirus.

Amparo Quiroga, no tiene miedo al curso, sí un sentido y sentimiento de gran responsabilidad.

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La directora es consciente de que blindar la amenaza del coronavirus depende del compromiso de todas y cada una de las personas. La COVID-19 ha cambiado la vida y, cómo no, la actividad docente.

Amparo Quiroga Gayoso nos explica cómo es el protocolo de seguridad, cómo vive y siente el mundo de la enseñanza.

El miércoles se inicia el curso, ¿está el Lauro Olmo preparado desde el punto de vista de la seguridad sanitaria?

El «Lauro Olmo» se ha adaptado a todas las medidas de seguridad propuestas por la Consellería de Educación. Se han dispuesto entradas independientes, espacios parcelados, distancia de seguridad de 1,50 metros, aforos limitados, desinfección, ventilación, señalizaciones y cartelería. También, se ha impartido un programa de formación en educación para la salud y formación en medios telemáticos para alumnado y profesorado.

Por tanto, protocolo de seguridad y distancia social

Hemos aplicado todos los protocolos de seguridad. Desdoblamos grupos y adaptamos los espacios a las distancias de 1,50 metros, incluso ocupando otros como la antigua biblioteca, el salón de actos o el comedor, para los grupos más numerosos.

¿Tiene miedo al nuevo curso escolar?

Miedo no, respeto sí. Asumimos una gran responsabilidad, que sólo funcionará con el esfuerzo y la concienciación de todos y todas: familias, alumnado, personal docente y no docente del centro educativo.

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¿La enseñanza le eligió o eligió usted la enseñanza?

Cuando acabé lo que se llamaba antes COU dudé si hacer medicina, porque me encantaba y por tradición familiar, o Historia. Elegí la segunda opción. Me gustaba la enseñanza, pero sobre todo la Historia. Me gusta mucho mi profesión. Me encanta dar clase y el contacto con los alumnos.

¿Cómo valora ejercer la profesión el IES Lauro Olmo?

Este centro tiene una parte de riqueza personal y otra de dificultad porque mueve mucha gente. Me encanta. Estoy al lado de mi casa, en A Rúa. Llevo aquí la mayor parte de mi vida académica. Y me gustaría jubilarme aquí.

Es testigo de la evolución de la enseñanza

Las nuevas tecnologías y la informática han facilitado mucho el camino. A partir de los años 90 comenzó el uso de los ordenadores. Hoy en día son una herramienta clave. Durante la pandemia, si no llega a ser por los medios tecnológicos no sé qué habríamos hecho.

El alumnado de ahora no se parece nada al de hace dos décadas

Ha cambiado mucho. Los jóvenes son diferentes. Hace años eran más independientes, desde los más pequeños a los mayores. Hoy en día están mucho más protegidos por los padres. La sociedad cambió.

¿Cuál es la cara más complicada de la enseñanza, qué lleva peor?

Lo que llevo peor son los pequeños conflictos de indisciplina que pueden surgir en el centro. Pero hay que pensar que son críos. Pongo un ejemplo. Cuando los pequeños tienen problemas con un balón, porque no les dejan jugar, piden una solución. Antiguamente, el problema lo resolvían ellos mismos. No obstante, son pequeñas cosas del día a día, propias de la tarea docente.

¿La recompensa personal como docente es?…

Me siento muy bien cuando alumnado, padres y madres están bien, cuando se ven los resultados y los estudiantes encuentran trabajo, ya sea a través de los ciclos formativos u otras materias. También, al comprobar que tenemos excelencias académicas todos los años. Esto es sinónimo del trabajo bien hecho por el grupo de profesores. También me agrada mucho que buena parte del alumnado que va a la Universidad visita el «Lauro Olmo» después, vienen a vernos. Eso significa que hay un vínculo con el centro. Es algo muy agradable. Yo lo único que quiero es lo mejor para mis alumnos. Esto ya me reconforta para los buenos y malos días.

La sobreprotección con los hijos está a la orden del día de esta sociedad pero también hay casos a la inversa…

La mayoría de los padres se implican con sus hijos. Pero hay alguna excepción. Me refiero a que con casi 600 alumnos que tiene el «Lauro Olmo» puede darse el caso de padres o madres que no saben en qué curso van sus hijos. No es un problema de formación, sino de desidia. También ocurre a la inversa, padres y madres que corrigen los deberes para que los alumnos traigan todo perfecto. Creo que los padres tienen que estar para acompañar, no para hacer los deberes, y deben ayudar a sus hijos a soltar cuerda para que cada día sean más independientes.

¿La brecha digital se asoma en la enseñanza?

La enseñanza permite que una sociedad sea mucho más democrática, más justa e igualitaria. Sin embargo, en el caso de la tecnología, hay unas diferencias enormes. Lo hemos comprobado en este curso. La Consellería de Educación mandó ordenadores y kits de conexión digital, pero no son suficientes. Por poner un ejemplo, en Bachillerato sólo había dos alumnos que no disponían de ordenador, pero a medida que se desciende de cursos hasta primero de la ESO no sólo no tienen, sino que incluso tienen dificultades para manejarlo. La brecha digital existe. Hay alumnos que están en pueblos y ni siquiera tiene conexión a internet. Esto hay que intentar salvarlo. De hecho, nosotros apostamos por la compra de ordenadores y más medios digitales. No deberían existir estas diferencias.

El coronavirus ha cambiado la vida, también la enseñanza

La cambia, sí. Durante la pandemia el alumnado tuvo que trabajar de forma más autónoma, con medios digitales.

(Amparo Quiroga es de A Rúa y licenciada en Geografía e Historia. Ha sido testigo del «bautizo» del Instituto, de cómo creció y de su evolución. Vivió la antigua Formación Profesional, cuando no existían la denominada Educación Secundaria. Lleva 22 años en el Instituto Lauro Olmo de O Barco, 17 de llos en el equipo directivo y 6 como directora. Fue en este centro donde realizó la primera sustitución de su vida académica profesional, a la que le siguieron centros de Sarria (Lugo) Pontevedra y el «Marta Guisela» de O Barco)