En A Rúa un vecino se topó con la falta de sus ramos, los buscó y creyó localizarlos en una sepultura, no muy lejos de su panteón
Jornada gris, triste y apagada en los cementerios de Valdeorras. El Día de Todos los Santos se tornó muy diferente al de otros años.
Los tiempos de COVID obligaron a rendir culto a los muertos casi “de puntillas”, a la velocidad de vértigo o, simplemente, ni eso.
Las normas se estamparon a la puerta de los camposantos, pero no hizo falta recordarlas. Fueron visitas escalonadas y repartidas en los tres últimos días que dejaron una estampa floreada pero vacía, sin movimiento ni espíritu.
Un año más, del robo de flores volvió a repetirse. Esta vez, la queja brotó en uno de los cementerios de A Rúa. Un vecino se topó con que las flores depositadas habían desaparecido. Con asombro, disgusto y decisión, no dudó en buscarlas por el camposanto adelante. Y creyó haberlas hallado colocadas en una sepultura, no muy lejos de su panteón.
De nuevo, la picaresca: ramos de flores a costa del ramo del vecino.
El Día de Todos los Santos dejó su huella en forma de flores, velas y un sentimiento colectivo generado por la crisis sanitaria: pena.