Aurelio Blanco Trincado, un apasionado de la historia que ayuda a conservarla

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El próximo 20 de septiembre inaugura una exposición en el Casino de O Barco con una de sus colecciones sobre la Guerra Civil, organizada a través del Instituto de Estudios Valdeorreses que preside desde hace una década

Aurelio Blanco Trincado. Su nombre basta por ser conocido de todos. Es la memoria viva de O Barco, presidente del Instituto de Estudios de Valdeorras (IEV) desde hace una década, un coleccionista de colecciones —como él mismo se ha definido alguna vez—, apasionado de la historia y una parte activa e indisoluble de la vida social de O Barco y Valdeorras.

Aurelio Blanco Trincado da a conocer que el Instituto de Estudios Valdeorras reanuda su actividad con la apertura de una exposición con todo el material que atesora de la Guerra Civil (periódicos, documentos etc.), el nombramiento de Ángel Fernández como miembro emérito del IEV y una conferencia sobre Valdeorras y el Bierzo, además de sus populares tertulias.

A Aurelio Blanco le quedan por cumplir 31 sueños en la vida, anotados de su puño y letra sobre el papel. El primero de ellos está a la espera de un «milagro»: que alguna institución apueste por la apertura de un museo en el que depositaría, donaría o legaría todas sus colecciones, de incalculable valor desde el punto de vista histórico.

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Vitalidad, generosidad y un espíritu de compartir mueven a este apasionado de la historia, que ayuda a conservarla, reforzando así la identidad de O Barco y Valdeorras. «Me siento feliz siendo generoso, compartiendo, de ahí que me duele tener las cosas guardadas en casa. Su lugar sería un museo», explica.

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La prueba está en que Aurelio Blanco Trincado y el IEV allanan el camino de la investigación histórica. Un buen número de personas, estudiantes historiadores y arqueólogos recaban su ayuda para realizar estudios, documentales, tesis, trabajos de fin de curso dando siempre respuesta a todas las preguntas. Su colaboración, que no siempre sale a la luz, es fundamental y soporte del trabajo de otros.

Pero su conocimiento sobre O Barco, Valdeorras y su entorno; sobre personas y personajes, no se queda en un cajón, sale de su memoria día tras día y lo transmite a través de las redes sociales mediante fotografías, documentos y todo tipo de material. Una tarea que no tiene precio, que ocupa buena parte de su tiempo y que está movida por el deseo de compartir un pedazo de la historia de su entorno para perpetuarla.

Se siente barquense de pura cepa, presume de nacer en el casco viejo, en la calle Oscura (hoy llamada calle Real). «Un día llevé un disgusto porque me dijeron que había nacido en la calle Real», dice riendo.

Es una de las personas más reconocidas por su aportación a la cultura, la historia y la actividad social en favor de la villa.

El 20 de septiembre inaugura una exposición en el Casino sobre su colección sobre la Guerra Civil, ¿cómo será?

Es una exposición de carteles y periódicos de la Guerra Civil digna de ver. Es muy bonita. Y va a ser «de ver y tocar» para que el público pueda disfrutarla, al igual que cuando hice una de fotografía antigua. Será en el Casino, donde tengo que decir que se dan todas las facilidades para la actividad cultural.

Puede citar alguna curiosidad de la exposición

Hay dos ejemplares del periódico ABC del 18 de julio de 1936, la edición de Madrid («roja») y la de Sevilla («nacional»). Los comentarios y crónicas son muy diferentes en función del bando.

Hay piezas de sus colecciones en museos de toda España…

Sí. Las colecciones en un despacho no pintan nada. Tengo repartidas piezas en unos 15 museos. Al Museo del Teatro Real de Madrid le doné un libro que no tenían de dicho teatro de principios de siglo. Ellos tenían una fotocopia y cuando vieron el original quedaron muy sorprendidos. Se lo regalé. También al Museo Militar de A Coruña le mandé medallas y expedientes militares, entre otros objetos. Y lo mismo en otros espacios culturales.

¿De todas sus colecciones cuál citaría?

Guardo planos originales de las minas de wolfram de los años 40, donde vienen todas las galerías que hicieron los alemanes. Tienen un valor incalculable. También fotografía de las minas de 1945, realizadas por mi suegro que no llegué a conocer, y guardo las cámara con las que se hicieron. También tengo una documentación estupenda, original, con planos en papel vegetal, de 1904 de de la primera central eléctrica que hubo en Valdeorras. Es una maravilla. Se ve la diferencia de cómo era el río entonces y cien años después.

¿Cuál es la colección la que más le gusta?

La de personas y personajes, con sus correspondientes fotografías. También tengo una colección de caricaturas de personajes de O Barco de los años 20. El problema está en que es muy identificar a todas las personas y cuanto más tiempo pase, lo será aún más.

Su deseo es un museo que albergue dichas colecciones

Sí. Estoy deseando que se habilite un museo para disfrute de estudiosos y historiadores. Ninguna Corporación, desde los tiempos de la dictadura hasta la actualidad, ha dado el visto bueno a un museo. Le ofrecí las colecciones a todas las corporaciones municipales que hubo en O Barco. Si la iniciativa no parte de los ayuntamientos u otras instituciones no es fácil conseguirlo.

«O Barco engancha»

Siente O Barco profundamente, ¿cómo define la localidad?

Sí. Para mí es un pueblo que engancha. No en vano es la Villa de la Cordialidad. Hubo una época del pasado en que funcionarios, guardia civiles, gente del Ejército e incluso legionarios que estuvieron en la represión de los «fuxidos», se quedaron a vivir en O Barco e, incluso, se casaron aquí. Siempre cuento la anécdota de un funcionario de O Barco que era de Monforte de Lemos y cuando se jubiló se quedó a vivir aquí, en lugar de irse a su pueblo.

Ha hablado alguna vez de deshumanización en O Barco, ¿también detecta cierta despersonalización?

Ambas cosas, a mi juicio. Cuando hablo de deshumanización hago un contraste con aquella época en la que éramos menos habitantes y familias, cuando nos conocíamos todos. Si una persona enfermaba, allí estábamos todos preguntando por aquél enfermo y si iba a morir, las campanas sonaban tres veces y la gente acompañaba al sacerdote a que le diera la extremaunción. Todo ha cambiado. Hoy en día a veces ni nos enteramos de quién muere. Y en este aspecto, O Barco está más deshumanizado. En cuanto a la despersonalización, O Barco ahora es un pueblo cosmopolita, ha crecido y es un efecto lógico. Cuando veo las esquelas, muchas veces no conozco a nadie.

¿O Barco necesita reafirmar su identidad o mayor proyección de su historia?

El Instituto de Estudios Valdeorreses recibe muchas visitas de personas que llegan a vivir aquí y están interesadas en conocer la historia de O Barco y la comarca. Nos piden libros e incluso de personajes concretos que, hasta que llegaron aquí, desconocían. Tal vez el IEV podría tener mayor actividad cultural pero el hecho de que en los últimos años apenas reciba un céntimo de subvención dificulta programar actividades. Recientemente, nos concedieron una, después de mucho luchar por ella. Ocurrió que hicimos un programa de actividades y me dijeron que primero hay que gastar el dinero y luego mandar los justificantes para que se pueda pagar la subvención. Me quedé atónito: ¿Si no tenemos dinero, cómo lo vamos a gastar? Es así.

Comparte por las redes sociales conocimiento y material, una tarea que exige tiempo y dedicación

Antes ya de que existiesen las redes sociales ya compartía todo porque no hacía crónicas sino que tenía amigos que las hacían. Cuando tenía una noticia, un libro o un documento, lo facilitaba. Se hicieron muchos trabajos con documentación aportada. Facilitaba a los historiadores la documentación que llegaba a mí. El Instituto de Estudios Valdeorreses es clave en esta contribución.

Personalmente mueve el pasado, la historia, la cultura, los recuerdos compartiendo historias, leyendas, anécdotas o simplemente la vida de una persona que fallece, además de fotografías… ¿Compartir da satisfacción?

Sí. Tengo muchos documentos, porque tengo edad, no me preguntes cuántos años (se ríe) y soy muy curioso. Que haya gente de fuera, que me agradezca que publique fotografías antiguas, a veces sin conocer a ningún personaje, pues me alegra mucho. Para mí la fotografía es un arte mayor. Le dedico muchas horas y dediqué muchos fines de semana a ayudar a estudiantes a hacer trabajos de fin de carrera. Hace pocos días me llamó una chica agradeciéndome que le habían puesto sobresaliente.

Las actividades culturales del IEV vuelven

Queremos retomar unas tertulias que hacíamos ya hace años relacionadas con personajes de Valdeorras. Habrá la exposición de la Guerra Civil, el homenaje y nombramiento a Ángel Fernández como miembro emérito del IEV y la conferencia sobra Valdeorras y El Bierzo. Además, estamos en contacto con la Xunta para ver si nos facilita una becaria para organizar los fondos de la biblioteca, que son nada menos que de 7.000 volúmenes.

¿Qué sueño le queda por cumplir?

El museo es el primero. Tengo tres folios con 31 sueños, tendría que elegir uno. Y me faltan 31 años para verlos cumplidos. Me gustaría que no me ocurriera como a Los Escarbadores, que una vez vino uno de ellos con un inventario y me dijo: «Toma esto que a lo mejor yo ya no lo veré. P ero a ver si mis hijos pueden ver algún día el museo de los escarbadores». Pues me gustaría disponer de tiempo para poder materializar la donación de mis colecciones en un museo para que pueda ser patrimonio de todos. También me gustaría ver la Plaza Mayor pavimentada de nuevo. Cuando se hizo el Plan de Protección del Casco Antiguo, mandé alegaciones con fotografías de la plaza de finales del siglo XIX, principios del XX etc. Y ponía coletilla: «El mayor favor que le pueden hacer a la Plaza Mayor es volver a dejarla como estaba».