A Veiga, un destino de alta montaña y astroturismo

Publicidad

Es uno de los «tesoros» de Valdeorras, con uno de los mejores cielos nocturnos del mundo para conocer las estrellas, que ofrece más de un plan para disfrutar de sus paraísos naturales

A Veiga se cuela por la retina. Es uno de los municipios más bellos de la alta montaña gallega, salpicado por bosques, paisaje y naturaleza en estado puro. Es un destino de Valdeorras que enamora al visitante, en el que es posible viajar a las estrellas. Aquí, se dibuja uno de los mejores cielos nocturnos del mundo y cuenta el planetario más completo del Noroeste Peninsular, el Centro Astronómico Trevinca.

Las estrellas hacen de A Veiga un destino starlight, por el brillo, nitidez y transparencia de sus cielos nocturnos. Basta con elevar los ojos para maravillarse con el firmamento, pero también es posible «bucear» en la vía láctea, galaxias y nebulosas con las actividades que ofrece el Centro Astronómico Trevinca, emplazado en Valdín, que acerca el mundo de la astronomía en uno de los mejores destinos de astroturismo de España.

En el Centro Astronómico Trevinca se puede emprender un viaje virtual desde la Tierra a los confines del Universo, aprender sobre los acontecimientos astronómicos, realizar visitas guiadas, hacer cursos de iniciación a la astronomía y astrofotografía y talleres, entre otras, que hacen de la visita una experiencia inolvidable.

Publicidad

A Veiga también cuenta con miradores ideales para la observación astronómica como el de las lagunas de Tablillas y O Rañadoiro , con posibilidades para la fotografía nocturna, donde la ausencia de contaminación lumínica hace brillar de otro modo las estrellas.

Naturaleza y rutas de alta montaña

Este territorio, que cuenta con la declaración de Municipio Turístico desde 2001, ofrece otros alicientes como realizar rutas de alta montaña por Pena Trevinca (el pico más alto de Galicia) y pasear entre lagunas glaciares, una opción esta última que, al igual que el turismo estelar, es cada vez más popular.

La Ruta das Lagoas Glaciares es una de las maravillas naturales. La Lagoa da Serpe, situada a 1.700 metros de altitud y formada en el período cuaternario (a raíz del hielo derretido de un glaciarismo de casquete, algo que no abunda en la Península Ibérica y en Europa), descubre paisajes casi vírgenes, con una leyenda mágica, la de una serpiente gigante que sale a la superficie convertida en una hermosa mujer que aguarda que un joven rompa su encantamiento. La Laguna de Ocelo, (a unos 1525 metros de altitud), es otra «joya» natural con millones de años de origen glaciar de obligada visita. Para conocerlas, hay rutas que parten de la aldea de Ponte, una bonita aldea en la que sobresale su arquitectura y etnografía rural.

Cerca de estas singulares formaciones glaciares también está el monte O Fial, desde donde se atisba la sierra de Pena Trevinca y los valles de Xares y Bibei.

La Ruta de la Cántara da Moura

Los amantes de la naturaleza tienen en A Veiga un abanico de posibilidades. Adentrarse en el corazón «granítico» de la Cántara da Moura es toda una aventura donde la fuerza de las piedras y las leyendas acompañan a cada paso como la que recrea que en su interior vive una hermosa mora, que se aparece para peinar sus cabellos dorados con un peine de oro mientras espera que las jóvenes de Corzos recojan el ganado y se acerquen ella para dejarlo caer. Si recogen el peine son premiadas con monedas de oro, de lo contrario, las castiga convirtiéndolas en piedras. Es un Bosque de ribera ideal para conectar con el entorno natural.

La Casa das Pedriñas es de visita «obligada», una edificación en la que que un vecino, Daniel Mancebo (fallecido en 1998), al que se le apodó «el Gaudí de A Veiga», invirtió 25 años en su construcción. Se encuentra cubierta por conchas, piedras de colores, trozos de vidrio y materiales reciclables.

El embalse de Prada y sus playas

Sus playas a la orilla del embalse (de los Franceses y O Coiñedo) asombran. Son la alternativa para darse un buen baño en verano o disfrutar de deportes acuáticos.

El embalse de Prada se torna espectacular a la vista y, además, invita a profundizar en la historia de Alberguería, el pueblo que yace bajo sus aguas, engullido en 1958 para la construcción del mismo.

A Veiga ofrece también un gran paseo por el encanto rural de sus pueblos, donde el tiempo vuelve atrás para pintar las escenas más bucólicas, la arquitectura rural y el mundo rural con recursos autóctonos salta a la vista. No en vano, agricultura y ganadería perviven, hasta el punto que ya han acuñado una marca propia de judías (la faba loba), también con su sello propio de carne, miel y otros productos locales.

A Veiga, un destino rural, de alta montaña, donde es posible «abrazar» las estrellas.