Los Reyes Magos de Oriente dejaron en un hogar de A Rúa un regalo que no se puede comprar, inmaterial, intangible, sin precio, pero con el más alto valor: una carta de amor de una madre a sus dos hijos, de 14 y 17 años.
Aún cuando pudiese parecer el desenlace o moraleja de un cuento navideño, este caso real marca la excepción y la versión a contracorriente del significado actual del día de Reyes.
El regalo más grande, el amor de una madre, convertido en letras y en único obsequio de Reyes. Lo que en principio podría romper los esquemas o desconcertar a los dos jóvenes receptores de tan preciado regalo, será sin duda en el futuro un recuerdo imborrable e imperecedero.
La finalidad de este regalo de sentimientos, el más inmaterial de todos, perseguía profundizar en el sentido de la vida, la felicidad, el amor, la humildad y, en definitiva, en aquello de que lo verdaderamente esencial no está en lo material.
Una carta para uno de los hijos dice así:
Sus Majestades de Oriente dejaron a cada uno de los dos jóvenes de A Rúa una carta del puño y letra de su madre, impregnada de la fuerza del corazón, un bello gesto mediante el que los anima ser ellos mismos y, sobre todo, en el que les profesa el apoyo incondicional e infinito.
La otra carta, para otro de los hijos reza así:
Esta es la bonita y real historia de un hogar de A Rúa que antepuso los valores y sentimientos a la connotación material del Día de Reyes.
