La historia de la casa-capilla de Casasola, en Cambela (O Bolo), es todo un misterio. Sus propietarios desconocen por qué fue construida, si la vivienda y el templo se hicieron al mismo tiempo, si primero fue la capilla o la casa, ni cómo ni quién confeccionó el retablo del reducido templo, ni las tallas religiosas, fechados entre el siglo XIII y XV. Sólo saben que el pequeño templo, al que denominan de San Sebastián, data del año 1400 y que fue pasando de generación en generación como morada con su particular templo. Y es que la capilla está incrustada en la casa, es una dependencia más de la misma, eso sí, con entrada propia, pero conectada con el resto del inmueble.
La casa-capilla de Casasola, en Cambela (O Bolo), que registró el pasado verano una boda, la de la hija de los dueños _la primera del último siglo_, intentó ser comprada por particulares en, al menos, un par de ocasiones en los últimos años. Y no es para menos, es una pequeña «joya» digna de contemplar con su propio patrimonio que despierta interés. Sus propietarios no están dispuestos a vender este pequeño tesoro y privilegio que pueden disfrutar día a día.
La capilla guarda en su interior un retablo, que el marido de Teresa Martínez (heredera dela casa-capilla), Fermín Salgado, fecha entre el siglo XIII y XV, con imágenes de San Sebastián, San Pedro, la Virgen del Rosario, San Antonio de Padua, la Virgen de la Anunciación, el Padre Eterno y un ángel de la guarda, además de tallas religiosas de la misma época.
Los propietarios de la casa-capilla conservan como oro en paño dos misales del siglo XV escritos en latín que, incluso, en algunas de sus páginas, incluyen partituras musicales de cánticos religiosos. «Teníamos incluso hábitos religiosos de sacerdotes pero fueron destruidos atendiendo al consejo de un sacerdote, algo que creo que fue un gran error», expone Fermín Salgado.
La familia restauró el conjunto patrimonial de la pequeña capilla hace algunos años y no descartan a largo plazo acondicionar la fachada de la casa, ya que el frontal es una capilla de piedra, y los laterales tienen una fisonomía diferente acabada en masa de cemento. “Habría que poner con el tiempo una piedra similar a la de la capilla”, dice el hijo de Fermín Salgado.
Sea como fuere es un templo privado muy singular que pasó de generación a generación y que ha sido y es el hogar de sus propietarios, los que conceden un valor muy especial a su casa por dicha particularidad.
Vivir en una casa-capilla resulta cuanto menos insólito.