Rocío Vega, una valdeorresa en Sevilla: Un ictus con 25 años

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La joven compartió su historia por redes sociales para sensibilizar sobre ello y relata cómo fue la experiencia

Rocío Vega, es una maestra de Educación Primaria, que actualmente no ejerce la profesión y de apenas 25 años originaria de Valdeorras, que se describe a sí misma como una “trotamundos”. Con un espíritu inquieto y amante de los viajes, los planes con amigos, la familia y las nuevas experiencias, Rocío siempre ha sido una persona activa y con objetivos claros. A pesar de estar lejos de casa, concretamente en Sevilla, se siente feliz y llena de proyectos por cumplir.

Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando sufrió un ictus, un evento que cambió su perspectiva y le enseñó valiosas lecciones sobre la vida y la salud. “A mis 25 años la vida tenía algo inesperado para mí”, dice.

El ictus ocurrió mientras Rocío entrenaba en el gimnasio con su pareja. Sin síntomas previos, “fue que acabando un ejercicio, me iba a trabajar, le pedí a mi pareja que me ayudase con algo y ya mi tono de voz bajó mucho, no se me entendía, dejé de saber hablar por completo. Me relajé y se me pasó. Nos fuimos al hospital y llegando me dio más grande, ahí dejé de hablar, se me paralizó el lado derecho del cuerpo, sobre todo la cara y me empezaba a desmayar, no sé si era que algo iba mal o por el ictus. No tuvo previo aviso”, detalló.

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Aunque inicialmente en el gimnasio le explicaron que podía consistir en una bajada de tensión, su pareja se dio cuenta de la gravedad de la situación y la llevó de inmediato al hospital.

Cuando estaba en la sala de Urgencias, esperando a ser atendida, habló con su prima María, que es médico, y a la persona a la que acude cada vez que tiene alguna duda sobre salud. “Ella siempre me intenta tranquilizar. Aquel día la vi preocupada y me dije “Rocío, en cualquier momento estás y no estás”.

La incertidumbre es lo que considera más duro de esos momentos, que califica de como “un shock”. “Las primeras horas no entiendes nada y te lo explican y no lo quieres entender. No sabes que va a pasar, mi familia estaba lejos y después también piensas en que te puede deparar el futuro al tener un ictus con 25 años”.

El diagnóstico fue un Foramen Oval Permeable (FOP), una afección cardíaca que afecta a más del 25% de la población y que, en su caso, provocó el ictus. Aunque el FOP no suele ser grave, en Rocío se manifestó de manera severa, siendo una de las causas principales de los ictus en los jóvenes.

Los médicos le explicaron que necesitaría un cateterismo para cerrar la pequeña conexión en su corazón y que, mientras tanto, tendría que eliminar actividades como viajar en avión o hacer esfuerzos físicos intensos o los viajes largos. “Estando mi casa
y mi familia a 8 horas de coche. Te ponen esas limitaciones pero aún encima al vivir eso te pones más limitaciones para no volver a pasar por ello”, relata.

A pesar de no sufrir secuelas físicas permanentes, ya que se trató de un Accidente Isquémico Transitorio (AIT), donde la arteria del cerebro se taponó y se liberó sola, Rocío enfrentó un duro proceso psicológico. Las crisis de pánico y la ansiedad se convirtieron en parte de su vida, lo que la llevó a buscar ayuda profesional en psicólogos y psiquiatras. “Físicamente me decían que estaba bien, pero psicológicamente veían que algo iba mal”, añade.

La recuperación física fue exitosa, el camino emocional ha sido más largo. Con el tiempo y la ayuda adecuada, ha logrado avanzar y encontrar luz al final del túnel. “Si no he llegado a ella estoy cerca”, explica.

Decidida a compartir su experiencia, Rocío publicó un vídeo en redes sociales que tuvo una gran repercusión. “Necesitaba contarlo”, explica.

Su testimonio no solo ayudó a otras personas a sentirse identificadas, sino que también le permitió recibir mensajes de apoyo y solidaridad. “Yo pasaba mucho tiempo en casa dándole vueltas y decidí hacerlo público sin saber que iba a tener tanta repercusión. A mi siempre me gustaron las redes sociales y pensaba que haciendo un vídeo iba a desconectar un rato y que iba a expresar algo que a mi me había pasado y no estamos habituados a escuchar. No sabía que iba a llegar a tanta gente y que me iban a contar historias que me iban a venir muy bien. Fue de las mejores decisiones que he tomado. Tuve oportunidad de que la gente se desahogase y llegar a la televisión para poder contarlo”, afirma.

Rocío subraya la importancia de hablar abiertamente sobre temas de salud, especialmente aquellos que afectan a los jóvenes. “Esto también le pasa a jóvenes de 25 años”.

Esta experiencia ha cambiado su visión de la vida. “El tiempo hay que aprovecharlo”, dice Rocío, quien ahora valora más a su familia y a las personas que la rodean.

Aprendió a vivir de manera más despreocupada y a disfrutar de las cosas pequeñas. “Un día estás y al otro no estás”, reflexiona, para concluir que “intento ser más feliz porque tuve un susto y pude contarlo. Trato de disfrutar más de la familia y la gente que quiero”.

Actualmente, Rocío no planea regresar a Valdeorras, aunque su hogar siempre ocupa un lugar especial en su corazón. “Cuando hablo de mi casa, se me ilumina la cara”, confiesa. Sin embargo, ha encontrado estabilidad y felicidad en Andalucía.

Con su historia, Rocío quiere transmitir un mensaje de esperanza. “Aunque pasemos por momentos difíciles con fuerza de voluntad y ayuda se sale de todo. La ayuda emocional es muy importante en estos casos».

Rocío Vega es un ejemplo de resiliencia y valentía.