La Panadería Santigoso de O Barco es toda una institución en el sector del pan. Abrió sus puertas en 1964. Desde entonces, ha trabajado sin descanso y con la misma filosofía: hace el pan de siempre, tradicional, artesanal, de toda la vida. Graciano Álvarez Álvarez es el propietario de este establecimiento. Sus padres, Manuel y Nélida, fueron sus fundadores.
La panadería dio sus primeros pasos en Santigoso hasta que se mudó a O Barco para quedarse. Hace 55 años la vida era diferente y la villa, más pequeña. Los tiempos han evolucionado y hoy cuenta con dos puntos de despacho de pan y cafetería en las calles Eulogio Fernández, 82 y Santa Rita,3.
Sin embargo, ha conservado al milímetro la receta del pan, que Graciano Álvarez elabora con sumo mimo, dedicación y en horno de leña. Todo ello le confiere al pan un sabor especial, único y artesanal. Es el pan de toda la vida.
Graciano Álvarez moldea la masa a su antojo. «Me gusta la panadería. Es mi vida, lo que siempre hice», afirma. Sus productos son la barra tradicional, la rosca y la hogaza.
«El pan es pan, el de siempre. Lleva gluten. Y lo mejor, harina de la buena. Seguimos conservando la misma receta», relata Graciano.
Pero el horno de la Panadería Santigoso también cuece empanadas, tanto por encargo como las que llevan los clientes con el relleno preparado en casa.
También hacen asados de carne, cabrito y lacón, entre otros.
La repostería es otra de sus señas de identidad con sus bicas, roscones, brazos de gitano, torta de chicharrones y otros dulces.
Jorge Álvarez, hijo de Graciano, trabajó en la Panadería Santigoso, si bien ahora se encarga de una de las dos cafeterías que cuenta este negocio. Relata que el horno de la panadería tiene más de 40 años. «Es de leña, en plataforma giratoria. Esto también da sus peculiaridades al pan, otro sabor», argumenta.
Jorge Álvarez recuerda que sus abuelos, fundadores de la Panadería Santigoso, tenían un molino y «molían trigo y centeno. El centeno antiguamente era el que más se vendía porque el trigo era muy caro», relata. Hoy sigue vendiendo sabrosas hogazas de centeno.
El hijo de Graciano se muestra muy «orgulloso del pan que hace mi padre, porque lo hace con mucho cariño. Primero tiene que gustarle a él y después a la gente. Mi padre quiere hacer el mejor pan del mundo. La gente que lo conoce lo valora mucho».
Eso sí, «el pan siempre es muy subjetivo, a cada uno le gusta el suyo, pero el de mi padre es especial».
La Panadería Santigoso forma parte de la vida y la memoria de O Barco. Todos conocen la Panadería Santigoso y a Graciano Álvarez Álvarez.