El incendio forestal que registró O Barco arrasó 121 hectáreas, 11 de monte arbolado y 110 de monte raso. El fuego se propagó por los montes de la parroquia de Santigoso. El parte oficial de la Consellería de Medio Rural dejó patente que a las 15, 27 horas de ayer quedaba controlado el fuego, iniciado el día anterior a las 20,45 horas. La Xunta remarcaba la clara intencionalidad y los medios empleados: 2 técnicos, 10 agentes, 12 brigadas, 5 motobombas, 1 helicóptero y 4 aviones.
La condena a este tipo de atentados contra la naturaleza no se hizo esperar, dejándose sentir con fuerza, principalmente entre las redes sociales, y de forma unánime con un «no rotundo al terrorismo incendiario».
Una vez más, de las incontables veces que ha ocurrido, los incendios vuelven a poner sobre la mesa la necesidad de revisar la política contra incendios, enfocada en los últimos años a la extinción y a la dotación de medios para combatir este tipo de «terrorismo». Tal vez no sea cuestión de medios, sino de remodelar desde la base la política forestal, aplicar algún sistema de vigilancia eficaz, involucrar a la población en este problema, endurecer penas y, sobre todo, abordarlo desde el punto de vista técnico. La solución no es fácil ni sencilla.
Los incendios generados en la provincia de Ourense y Galicia en las últimas horas sonaron a «amenaza» por parte de los que están dispuestos a seguir arruinando Galicia. Los pirómanos están entre nosotros.
«No al terrorismo incendiario».