Margarida Pizcueta: «La cultura es una gran tabla de salvación»

Margarida Pizcueta
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La concejala de O Barco señala que «prefiero trabajar para cancelar que no hacer nada o improvisar»

O Barco es una de las villas que sobresale por el consumo de cultura en vivo. Allí donde se programa una actividad, siempre hay público. La pandemia ha desinflado este enriquecedor hábito, tocándolo de «muerte» tal y como ha hecho con otros sectores: el turismo, la hostelería, la economía y la vida misma.

Recuperar el pulso cultural sostenido hasta la aparición del coronavirus, «va a ser difícil», estima Margarida Pizcuenta, concejala de Cultura de O Barco, aún cuando no imposible. La COVID-19 pone en constante «jaque» cualquier tipo de relación social.

Pero la cultura ha sido y es una gran «tabla de salvación», valora Margarida Pizcueta, a la que muchos se han aferrado en estos tiempos de «naufragio» para calamar el desánimo que reina entre la población.

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Sin restar trascendencia al impacto del virus desde el punto de vista sanitario y económico, la concejala estima que se ha pasado de puntillas por las consecuencias emocionales que ha traído a las personas la denominada nueva normalidad. «Nadie habla de esto», lamenta la edil.

Margarita Pizcueta explica las últimas decisiones que ha tomado su Concejalía, entre ellas bajar la persiana cultural en O Barco. Eso sí, aclara que prefiere trabajar para cancelar que no hacer nada o improvisar.

¿La suspensión de las actividades culturales (teatro, cine etc.) es en solidaridad con la hostelería?

Sí. Porque ninguna de las normativas de la Xunta nos prohibía seguir con la programación cultural. Por solidaridad, sobre todo. Además, se está pidiendo —no obligando— que limitemos los contactos de actividad y con otras personas tanto en la vida social y personal. Tomamos esa decisión siempre respaldados por la voz de nuestro concejal de Sanidad, que nos resulta fundamental. No dudó a la hora de abordar este tema y aconsejó suspender aduciendo que las cosas se iban a poner más feas de lo que están.

La tercera ola de la COVID-19, la cultura es uno de los sectores más tocados, junto lógicamente, a la actividad económica de la hostelería y el turismo, ¿va a ser difícil volver a restaurar la actividad cultural en O Barco?

La cultura está tocada. Cuando yo llegué aquí, hace 20 años, la cultura era escasa, estaba integrada en unos ámbitos demasiado «elitistas», no todo el mundo consumía cultura. Eso cambió tal y como se ha podido comprobar en los últimos años. Hay muchas más personas que consumen ocio y cultura, pero va a costar retomarla porque nos hicimos cómodos y, al mismo tiempo, tenemos miedo.

Por tanto, O Barco ha destacado en los últimos años, hasta la llegada de la pandemia, por el consumo de cultura…

Hay otros sitios en los que se revirtió ese consumo de cultura, pues es muy difícil moverlo. Sin embargo,en O Barco no. Era, hasta antes de la pandemia, no voy a decir referente, pero sí muy destacable. Funcionaba. Por citar un ejemplo, en las actividades en bibliotecas o presentación de libros, todos los autores decían que en otros lugares acudía un grupo reducido y se maravillaban de aquí movía muchas personas. Otro ejemplo, son las Xornadas de Encontros Familia-Escola organizadas por Vagalume y el Concello. Tuvimos que pasar de hacerlos en el Salón Multiusos al Teatro Lauro Olmo debido a la gran afluencia de público.

Por tanto, volver a atrás va a costar

Volver a conseguir esa dinámica va a ser complicado. No dudo que se logre, pero esta situación de la COVID-19 la frenó.

Curiosamente, en tiempos de COVID-19 la cultura es más necesaria que nunca también para ayudar al desánimo general de la población

Por supuesto. En el programa alternativo a las Festas do Cristo, «Terrasón», me parecía muy necesario que la cultura, que estuvo tan presente en el confinamiento, que fue nuestra tabla de salvación, se acercase otra vez presencialmente a la villa. A principios de 2020 hubo un concierto de Milladoiro coincidiendo con la programación de la Festa do Boltelo. La energía fluyó en ese concierto, tuvimos un lleno absoluto, fue espectacular. Después, a través del Xacobeo, volvió a actuar Milladoiro, en diciembre de 2020. La falta de esa energía que el público, debido a la tristeza de la pandemia, se transmitió, se notó mucho en el concierto. Había un decaímiento generalizado. Se habla mucho de las consecuencias económicas y sanitarias de la pandemia, que son realmente muy importantes, pero no se habla de las consecuencias emocionales que esta situación produce. La cultura es esa tabla de salvación a la que aferrarse en un momento de «naufragio» como el actual.

Siempre queda un rayo esperanza, ¿cómo ve este año?

Confío en los expertos. Si dicen que la vacuna va a funcionar, lo creo. Si en verano se cumpliesen las previsiones y hubiese un alto índice de vacunación, nos permitirá volver a la normalidad. Para este departamento supondría volver a retomar la actividad cultural.

¿Cómo ha repercutido personalmente en su quehacer?

Es muy difícil porque el trabajo se duplica. El programa de las Festas de O Cristo se convirtió en tres: el normal, el reducido y el superreducido. Soy de la opinión que es mejor trabajar para cancelar que no hacer nada o después tener que improvisar. No me gusta improvisar. Es verdad que hay incertidumbre y que nos se sabe cómo vamos a estar dentro de tres meses. Ahí está Alemania que no esperaba, con una buena situación, pasar a otra negativa. No hay una fórmula que te de una seguridad de que se va a acertar porque nada está funcionando. La responsabilidad individual es muy importante.

Habrá que aguardar también a 2022 para la Festa do Botelo

Sí. Hablamos con los restaurantes junto con el concejal de Turismo para organizar unas jornadas de Botelo y Cocido Valdeorrés, pues era una demanda que tenían. El Botelo es un embutido que se come en compañía e implica reunirse mucha gente. Por tanto, lo que hicimos fue intentar mantener actividades relacionadas con la Festa do Botelo que eran posibles como por ejemplo la sesión de cine, con la colaboración del Groucho Marx, o el concierto el viernes del fin de semana de la Festa do Botelo. Pero claro, visto las restricciones y la evolución de la situación epidemiológica no ha sido posible. Lalín si va a mantener el cocido en los restaurantes a partir del 16 de febrero. A partir de esa fecha, hay que ver qué pasa. Si fuese posible debido a la evolución de la pandemia no se descartaría las jornadas en restaurantes, porque mientras haga frío el botelo apetece, pero insisto todo está marcado por la COVID-19.