Las fiestas del codillo de A Rúa y del botelo de O Barco se quedan pequeñas ante su gran demanda

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El crecimiento del fenómeno de la gastronomía popular pone sobre la mesa la necesidad de la redimensión de dichas celebraciones

¿Sería posible redimensionar las fiestas gastronómicas del codillo y del botelo? ¿Qué sentido tiene la proyección o o promoción de eventos gastronómicos que agotan las entradas en el minuto cero en que salen a la venta? ¿Sería viable exportar el modelo de Viana do Bolo y su Festa da Androlla, que ha llegado a sentar a la mesa hasta 3.000 personas, siendo un municipio más pequeño que los dos anteriores?…

Estas son solo algunas de las preguntas que se hacen aquellas personas que han visto frustradas sus expectativas a la hora de hacerse con una entrada, con la decepción de no conseguir sentarse al banquete popular por falta de entradas. La «fiebre» para hacerse con el codiciado pase para las comidas populares es cada vez mayor, pero las plazas siguen siendo las mismas. Se premia al más madrugador.

Pasó con la venta de entradas de la Festa do Botelo en O Barco, algo más de 1.300, y volvió a pasar hoy, domingo, con las de la Festa del Codillo en A Rúa, 1.100.

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A las 5 de la madrugada ya había personas esperando a la puerta del Centro Cultural Avenida, que abrió a las 8 de la mañana, despachando turnos por riguroso orden de entrada. A las 10,00 horas de la mañana llegó la venta y, como era de esperar, al igual que en O Barco, se agotaron en un «plis plas», en poco más de una hora, dejando una lista de espera interminable de personas que no podrán ver cumplida su ilusión de participar en la fiesta gastronómica.

«Fue una madrugada gélida, pasamos frío pero conseguimos entrada», expresó una vecina con satisfacción.

La estampa fue de sonrisas, para los que ya tienen su entrada, y hubo «caras largas» entre aquellos que madrugaron, pero «no lo suficiente», para hacerse con alguna.

«Tal vez pueda ser el año que viene…».