Lleva un año de un lugar a otro, sin equipaje, para aprender más sobre su oficio y seguirá caminando y viajando los tres años que estipula esta tradición
Se llama Finn, nombre que hace alusión a «de cada final llega un nuevo comienzo». Tiene 25 años. No es un peregrino. Se le puede ver caminando o haciendo autostop por cualquier pueblo o ciudad de España y otros países. Va sin equipaje, sin teléfono móvil y viste con una indumentaria singular, una especie de traje con chaqueta, camisa y chaleco salpicado de botones de colores, un sombrero, mochila a la espalda y un palo grande torneado.
Finn es un carpintero de Harmburgo (Alemania), de donde salió hace un año y tres meses, que viaja por una tradición, la del «aprendiz errante», la denominada walz o wanderschaft. Consiste en viajar tres años y un día, prácticamente con lo puesto, y la practican jóvenes distintos oficios para cultivar conocimientos, obtener experiencia, descubrir otras técnicas y también otras culturas.
«Es una tradición de hace más de 800 años. No gasto dinero alojamiento en dinero o transporte, viajo sin teléfono móvil, y el objeto de este viaje es conocer más sobre mi propio oficio. Es viajar para trabajar. Y así voy de un lugar a otro para conocer, aprender y trabajar. En cada sitio a veces paso un día, a veces un mes, depende del trabajo», relata. Recientemente, estuvo en Navarra y allí se quedó para trabajar haciendo diversos trabajos como «una cubierta y una terraza».
Esta experiencia, que practican otros jóvenes alemanes, es «de desarrollo personal y profesional porque voy trabajando en distintos lugares, aprendiendo otras técnicas de mi profesión de carpintero», expresa.
Finn dice que «vivo en la libertad de viajar, sin tiempo. No vivo en ningún lugar, vivo en la calle». Cuando termine su viaje de tres años, tal y como marca la tradición, desconoce si regresará a su casa. «El viaje me enseñará el camino, no sé de donde residiré», explica.
Su sueño es lo que está haciendo: «Vivir el momento, el presente, y estar en conexión con el universo y la maravilla de conocer personas y la magia de la vida, la espontaneidad de las cosas, que simplemente suceden».
Habla a la perfección el castellano porque aunque es de Hamburgo vivió en el pasado cuatro años en Barcelona. Acaba de llegar a Galicia, procedente de Matavenero (Torre del Bierzo, León), pero antes estuvo en lugares de Francia, Canarias, Navarra y una larga lista de localidades. En esta jornada atravesó A Rúa rumbo a Ourense y Galicia. «Hoy aquí y mañana allá. Me dejo llevar por el viaje», concluye.