Antonio López rescata la historia de la «fábrica de chocolate» de A Rúa

Antonio López Vilariño recopila la historia de Chocolates H. Granell
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Antonio López Vilariño, vecino de A Rúa jubilado de Iberdrola, está rescatando la historia de la Fábrica de Chocolate que tuvo la localidad hace 62 años, denominada «Chocolates H. Granell». Lo hace movido por el sentimiento de pertenencia a A Rúa, de donde es oriundo, y por la nostalgia, ya que su abuela —Concepción Rodríguez Rodríguez— vivió en el edificio donde se ubicó la fábrica, mientras que su tío —Enrique Barrio— llegó a comprar la propiedad  y a ser socio de la “chocolatera”. Pero sobre todo, su intención es recordar y dejar constancia de un pasaje de la historia de este municipio a las generaciones venideras.  

Trabajadores de la fábrica de chocolate de A Rúa H.Granell

El tiempo ha difuminado fragmentos, casi olvidados, de aquella fábrica de chocolate. «En general, existe un recuerdo muy vago de lo que fue A Rúa en determinados momentos de su historia”, dice Antonio López Vilariño con pesar, razón por la que destina parte de su tiempo a «bucear» e indagar en aquello que pueda resultar de interés para la comunidad.

Así, con la colaboración y testimonio de vecinos y vecinas de la villa, algunos de ellos trabajadores de aquella empresa, ha recabado una amplia documentación, también gráfica, para ilustrar lo que fue la Fábrica del Chocolate.«Invito a que la gente colabore para seguir completando este trabajo de investigación», añade.

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En plena elaboración de chocolate

Una recopilación en curso, que sigue abierta, que irá difundiendo a través de las redes sociales, concretamente en el grupo que gestiona en Facebook denominado «Historia de A Rúa». Todos y todas pueden seguir aportando su conocimiento, anécdotas y sentir sobre un tiempo que, aún cuando pasó, aspira a vivir en la memoria colectiva.

«Tuvo su peso y fama. En aquella época, había muchas familias de Petín y A Rúa que trabajaban en Chocolates H. Granell.  Movió muchos trabajadores, contribuyendo al desarrollo de A Rúa», explica Antonio López.

Mujeres de A Rúa y Petín trabajaban en esta fábrica de chocolate de A Rúa

En la memoria queda el empleo que generó esta fábrica, que dejó el sabor más dulce en el paladar y que inmortalizó en la retina de los más pequeños los cromos que regalaba en el interior de cada tableta de chocolate.

Cromos y regalos

«Despertaba mucho interés en los niños y no tan niños pues generaba el juego de intercambio para completar el álbum», detalla Antonio López. Como anécdota, cuenta que el propio historiador Isidro García Tato ha manifestado alguna vez, a través de redes sociales, que fue una de las personas que llegó a completar la colección recibiendo un balón de regalo como recompensa.

El álbum

Antonio López recuerda como si fuese hoy la curiosidad que suscitaba esta fábrica de chocolate. Él mismo se acercaba a las instalaciones movido por ella y, sobre todo, para tratar de comer el mayor número chocolatinas. Entonces, el acceso era sencillo y no era necesario burlar ninguna medida de seguridad.

Cree que esta peculiar fábrica es otra singularidad más que da identidad a la villa. De hecho, proyectó el nombre de A Rúa más allá de sus fronteras pues «el chocolate era conocido en toda Galicia y fuera de ella».

Chocolates H. Granell estaba situada en la calle Doctor Vila de A Rúa

La historia

Pero ¿cuál es es su historia? Chocolates H. Granell fue promovida en 1957 por un grupo socios de A Rúa y Petín: José Manuel Sotelo Naval, Albino González González —propietario del ultramarinos «O Queixeiro»—, Enrique Barrio Delgado y Ángel Álvarez, este último de Petín —conocido como Gelucho y propietario de Comercial Exportadora Gallega— que acabaría vendiendo su participación a José Quiroga Suárez.

La compra de Chocolates H. Granel partió de una conversación en el Casino de A Rúa. En este espacio se gestaron ideas y proyectos de la localidad. Una tarde, Albino González, comentó que había en Astorga una fábrica de chocolates en venta. Los promotores de la fábrica fueron a enterarse y ya regresaron con la compra en sus manos. Así empezó todo.

La Sociedad fue constituida por segunda vez el 31 de Diciembre de 1959. Para continuar ya en 1960 con la fábrica de chocolates, chocolatinas y bombones.

El texto de constitución dice textualmente así: «Toda duda o controversia que surja entre los otorgantes o sus causa habientes, al interpretar el presente contrato, o como consecuencia las obligaciones o derechos que nazcan del mismo, de acuerdo a la ley 22 de Diciembre de 1953, será sometido a arbitraje»; Para ello, se nombra al letrado de O Barco de Valdeorras D. Augusto Trincado Settier.
Firman el contrato las esposas de los otorgantes por el orden señalado en la comparecencia: Dña. María González Torres, Dña. Amparo Vilariño Rodríguez, Dña. Pilar Casado Áres y Dña. Julia Gayoso Feliz.
Como testigos: D. Constante De la Torre, industrial de A Rúa y D. Augusto Trincado Settier.

En el año 1963, Albino González González vendió su participación en la sociedad a José Manuel Sotelo Naval y José Quiroga Suárez.
En el año 1971, José Manuel Sotelo Naval vendió su parte en la empresa a José Quiroga Suárez. En ese instante, quedan como únicos socios; D. José Quiroga Suárez y D. Enrique Barrio Delgado.

Durante un tiempo tuvo un maestro chocolatero que era de Almansa. «Hacia bombones y tartas de chocolate buenísimas», matiza Antonio López‬.

Foto actual de lo que fue la fábrica de chocolate (edificio de ladrillo)

Trabajadores

Entre las personas que trabajaron en «Chocolates H. Granell» se pueden citar a: Ignacio Díaz —apodado como Bode—, que era el encargado de hacer el embalaje, ayudado por el aprendiz Ignacio Rodríguez —»que no cobraba, pero se hartaba de chocolate», dice López Vilariño—; los viajantes Segundo González —de Freixido— Carlos Pérez —de Fontei— y Manuel Tierno —de Larouco—; Fina y Anita, hijas del «señor Antonio» de Petín —administrador de La Harinera—; Balbina también de Petín y Gelines, entre otras personas.

Como empleados en la oficina figuraron J. Couso, Pablo Gonzalez y Cuqui Bernardo. Y como empleados en la elaboración de la mercancía y maestro chocolatero: Fernando Navarro.

Foto actual de la parte trasera de lo que fue la fábrica de chocolate

Antonio López realiza una mención especial al que considerado «chico para todo», José María Rodríguez Alonso —conocido por Sesito—, pues además de estar en la tienda del «Queixeiro» al lado de Albino González, fue fichado, por el doctor Quiroga como hombre de confianza en situaciones posteriores.

En 1973 empezó a languidecer como fábrica de chocolate y compatibilizó dicha producción con el negocio de chinchillas —en otro piso del edificio— que le suministraba «Champion Chinchilllas Ranch». Después de las chinchillas, llegó una granja de pollos.

Hoy sólo queda el testigo del edificio que acogió la fábrica de chocolate en pie y esta iniciativa de Antonio López Vilariño para dar un espacio en la memoria a aquélla fábrica de chocolate que formó parte de la vida de personas de A Rúa y Petín.