Alberto Paz, maquinista de Renfe: Una gran pasión por los trenes que nació en O Barco

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El joven barquense está a la espera de conducir los “AVE”, un mundo ferroviario que conoció desde la casa de su abuela en el barrio de Os Nidos

Alberto Paz es un joven de 26 años. Desde pequeño tuvo la ilusión de conducir trenes, un sueño que hizo realidad en 2018. Paz es madrileño de nacimiento, concretamente de la población de Tres Cantos, “una ciudad a los pies de la sierra madrileña”, asegura, pero ha pasado muchos momentos de su vida en Valdeorras.

Es hijo de emigrantes valdeorreses que, por motivos laborales, se trasladaron a la Comunidad de Madrid, donde formaron una familia. La familia de su padre es de O Barco, mientras que la de su madre es de Rubiá. “Hasta que mis padres pudieron comprarse un piso en O Barco, todas las veces que subíamos a Galicia a ver a la familia nos tocaba dormir en casa de mis abuelos, tanto en Rubiá como en el barrio de Los Nidos de O Barco.”

Fue en este último lugar, en O Barco, donde comenzó su historia con el ferrocarril. “Desde la salita de la casa de mi abuela podía ver cómo pasaban los trenes. Cuando los escuchaba, iba rápidamente a asomarme para ver qué tren estaba pasando en ese momento. Como siempre he sido un ‘culoinquieto’ o un ‘carrabandeiro’, como me llamaba mi familia, me gustaba acompañar a mi abuela a comprar al antiguo supermercado del Corzo, situado muy cerca de la vía del tren.”

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Alberto Paz recuerda que, para llegar hasta allí, tenían que cruzar la vía a la altura de la pasarela peatonal de la Avenida Manuel Quiroga o a través del paso a nivel, ya desaparecido, que se situaba a apenas 200 metros en la Avenida Deputación. “En esas idas y venidas al supermercado, la única forma que tenía de estar ‘quieto’ era viendo pasar los trenes. Crecía, y poco a poco mi pasión por los trenes fue aumentando, sobre todo cuando conocí la estación de Monforte de Lemos, uno de los nudos ferroviarios más importantes de España”, recuerda.

Primero, comenzó a tomar fotografías de O Barco y sus alrededores; después, redactaba artículos para revistas relacionadas con el mundo ferroviario. En esas andanzas, conseguía convencer a su tío, “Pepe”, para que lo llevase a los lugares que tenía pensados para fotografiar los trenes.

No olvida la “paciencia infinita de mis padres” mientras él mejoraba en la fotografía y comprendía, poco a poco, los tráficos de mercancías en la zona Monforte-Ponferrada.

Cada vez estaba más convencido de que quería ser maquinista, pero primero tuvo que terminar el Bachillerato. En 2017 entró en el Centro Europeo de Formación Ferroviaria (CEFF) para lograr su sueño. “Un año más tarde, lo conseguí”, explica. En el verano de 2018 comenzó a trabajar como maquinista en Azvi, una empresa privada de transporte de mercancías y obras por ferrocarril. “Mientras trabajaba, en los viajes o en los hoteles, lo compaginaba como podía con seguir estudiando y preparando la oposición para entrar en Renfe.”

Finalmente, en 2019 entró en la compañía estatal y fue destinado a Portbou, “un pequeño pueblo de la Costa Brava situado en la frontera francoespañola”. En 2021 lo trasladaron más cerca de casa, concretamente a Madrid.

El destino ha sido curioso, y Alberto Paz se encuentra actualmente a la espera de comenzar su andadura como maquinista del AVE en A Coruña, en 2025, a apenas dos horas del lugar donde nació su pasión por los trenes.

Respecto a cómo se llega hasta el punto en el que él está, explica que mucha gente se pregunta qué hay que hacer para ser maquinista. “El proceso tiene su miga. Lo primero de todo es que tienes que pasar unos psicofísicos (pruebas psicológicas y médicas) para poder hacer el curso de maquinista ferroviario. Estas pruebas, además, se deben superar anualmente”, detalla.

Una vez superadas e inscrito en el curso, Paz comenta que se deben pagar unos 21.000 € para poder realizarlo. Son unas 600 horas teóricas y 500 horas de prácticas “en simulador y trenes reales”. Finalizadas todas las horas, llega el momento de presentarse a un examen teórico del Ministerio de Fomento, “en el que tienes dos oportunidades para superarlo”, y posteriormente, una vez aprobado, al examen práctico. “Cuando logras todo esto, tienes tu licencia de maquinista. Con ella puedes trabajar para una empresa privada o opositar para trabajar en Renfe”, subraya.

Muchas noches fuera

Todas las profesiones tienen sus particularidades, y como maquinista de mercancías hay que asumir que se pasan muchas horas fuera de casa. “Se hacen muchas noches fuera y largas distancias”, comenta Alberto, explicando que “normalmente haces un viaje, por ejemplo, Madrid-Zaragoza, duermes en Zaragoza y al día siguiente realizas Zaragoza-Madrid.”

Este trabajo trae consigo mucho desarraigo y una gran responsabilidad, tanto si llevas trenes de viajeros como de mercancías. En cambio, como maquinista de viajeros, “tienes unos horarios mucho más cuadriculados y menos noches fuera de casa. Es una profesión con mucho futuro, pero, tras la renovación que se está llevando a cabo en Renfe de toda su plantilla, cada vez hay menos plazas y es más complicado entrar.”

El joven maquinista lanza un mensaje claro: “Desde aquí, animo a la gente a viajar en tren, ya que es el medio de transporte más sostenible y eficiente que tenemos en la actualidad. Con los abonos recurrentes en el Eje Atlántico (Vigo-Santiago-A Coruña-Ourense), es el medio de transporte más competitivo en Galicia y la línea de Alta Velocidad que más gente mueve en toda España gracias a los servicios de Media Distancia y Avant.

Sin embargo, en el entorno de Valdeorras, esta eficiencia es más complicada, ya que la orografía del lugar y el trazado entre Ourense-Monforte-Ponferrada-León es uno de los más bonitos y espectaculares, pero también de los más complejos de España, lo que hace que los tiempos de viaje sean más elevados.”

Desde pequeño, Alberto Paz tenía un sueño claro: conducir trenes. Lo que comenzó como una fascinación infantil viendo locomotoras desde la casa de su abuela en O Barco de Valdeorras se convirtió en una pasión que marcaría su vida. Con esfuerzo y dedicación, este joven de 26 años logró hacer realidad su anhelo y hoy es maquinista ferroviario.