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Un niño, Jaime, en A Reza este verano |

A Reza, a orillas del río Sil, es uno de los espacios más anclados en el sentir de los vecinos de A Rúa Vella, ámbito en el que se encuentra incardinado este singular paraje. Se trata de un lugar que, pese a estar señalizado como playa fluvial, no sólo no cumple dicha finalidad, sino que además está oculto por una espesa y desordenada vegetación, apilando en su entorno un triste retablo de basura, mesas y bancos de merendero rotas. Aún así, la naturaleza en estado puro sale a flote arrojando bellas estampas que algunos se resisten a dejar de disfrutar. Y aún condenada al olvido, A Reza tiene cada año su propio verano.
Así, este verano de 2016, prolongado hasta los últimos días de septiembre, fue elegido como espacio de baño y recreo por un reducido grupo de personas, algunos de ellos nostálgicos de lo que fue y de lo que podría seguir siendo. Una elección convencida a sabiendas de que este idílico tramo del río Sil en A Rúa no reunía apenas condiciones ni para echar la toalla.
Y es que A Reza es un lugar casi «mágico» para los vecinos de A Rúa Vella, un paraje impregnado de recuerdos que han marcado la infancia y juventud de varias generaciones. Las personas mayores son testigo de lo que fue y de lo que es. En tiempos pasados, ofrecía cuidadas praderas, no sólo para tumbarse al sol en verano, o pasar la tarde con la cesta de la merienda, sino también para inmortalizar días tan señalados como el de las bodas. «Me casé en 1956 e hicimos las fotos de boda en A Reza. Allí también se desarrolló el baile al compás de músicos. Entonces era otra cosa…», comenta una vecina de A Rúa Vella.
En su entorno, todavía perviven rincones también muy anclados en la memoria de sus vecinos como el innacesible «Barquiño» y la tradicional «Penela».
A Reza, un recurso natural tan desaprovechado, sigue dando señales de una vida aún cuando muy pocos las perciban. Sumergirse en el río Sil a su paso por este tramo es una experiencia singular que a la clase política de A Rúa habría que obligar a vivir para que no olviden, porque lo han olvidado, que A Reza existe.
Y ahí permanece, solitaria, condenada al olvido, en medio del silencio, alejada del bullicio… Hay que redescubrirla cada año aceptando incluso la maleza que la envuelve.
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Piedras, un agradable recurso natural del Sil en A Reza |
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Un bañista este verano 2016 sobre su colchoneta |
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El agua del Sil es cristalina en este tramo |
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Jaime, David y Sara, tres niños que pasaron parte del verano en A Rúa |
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A Reza tuvo su verano aún cuando esté condenada al olvido. |
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La maleza devoró el banco y la mesa |
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Triste retablo de papeles por el suelo |
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Niños que aprecian este espacio para el baño |
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Un baño en «A Penela», situada en el entorno de A Reza |
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Desde el otro lado del río, al fondo A Reza |