¡A por otros 50 años más del Instituto Martaguisela!

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El centro celebró su 50 aniversario con un acto simbólico que consistió en plantar un olivo y el descubrimiento de una placa

El Instituto Martaguisela de O Barco celebró su 50 aniversario, una día marcado en el calendario el año pasado pero que la pandemia impidió festejar. Es una fecha más que especial porque aquí, espacio de vivencias irrepetibles, estudiaron numerosas generaciones y emergió el porvenir de todas ellas.

La conmemoración se realizó a la puerta del centro con la presencia de ex alumnos más veteranos, de la primera promoción, y los más jóvenes.

El 50 aniversario consistió en un acto simbólico que consistió en la plantación de un olivo como símbolo de paz y futuro y el descubrimiento de una placa con un frase de Cervantes, elegida por el profesorado de Lengua: «Confía en el tiempo que, suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades».

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La música también tuvo representación a través de la interpretación de tres piezas a violín por parte de Daniel Blanco, estudiante de de 3º da ESO.

Y hubo la lectura de un fragmento del libro Todos somos Ulises a cargo de Sandra Ramos, de 2º de Bachillerato.

Fue un acto emotivo que culminó con aquello de «A por otros 50 más» y el aplauso unánime de los asistentes.

La jornada de celebración arrancó con las palabras de la directora, Carmen Gamarra, que además de ex alumna es profesora y directora centro. Explicó que el olivo plantado marcará el paso del tiempo, una especie que permanecerá otros 50 años más. «Es el árbol que representa la paz y sabemos que la educación es el principal arma para alcanzar la paz».

Agradeció la colaboración del Concello de O Barco, que realizó la excavación sobre la tierra para que la plantación fuese sencilla. Y puso por delante que una vez sean superados los tiempos de COVID, se planificará algún tipo de evento abierto que reúna, concentre y exalte la vida en el centro durante 50 años.

Por su parte, el alcalde, Alfredo García, destacó los 50 años del Instituto, que «son muy importantes para O Barco y la comunidad educativa, pero también para Valdeorras», puntualizó. Y esto porque la apertura supuso la posibilidad de estudiar en el propio lugar de residencia. «Antiguamente había que ir a una academia, a Ourense o a Ponferrada», de modo que el «Martaguisela» marcó un antes y un después en el ámbito educativo.

El regidor quiso recordar a «una persona entrañable», Joaquín Fuertes, que «estaría encantado de este acto». Ensalzó la labor de Carmen Gamarra, casi toda una vida asociada en el centro.

Alfredo García lleva 40 años en O Barco y ha sido testigo de la evolución del «Martaguisela». «Soy un barquense más», puntualizó, felicitando al mismo tiempo a la comunidad educativa.

Margarida Pizcueta, concejala de Educación y Cultura, retrató la vida en el instituto, que es «más que un edificio, es el lugar donde se socializa y afloran los sentimientos que jamás van a olvidarse. ¿Quién no lloró, quién no rió aquí?, entre otras muchas cosas más».

Tendió la mano como representante del Concello al instituto y habló de que «como políticos tenemos una asignatura pendiente, el consenso en educación, independientemente de quien gobierne», puntualizó en alusión a las leyes y planes educativos.

Lalo Santos: «Hay vivencias que nunca se olvidan»

Lalo Santos, ex alumno que fue profesor del instituto y actual concejal de Promoción Económica, relató su experiencia como alumno y profesor del «Martaguisela». Este fue su primer destino como docente.

La primera vez que se subió a una tarima del centro percibió un gran cambio en su vida. «El primer año no lo pude completar porque tuve que ir a la mili», rememoró. Hablar del centro para él se traduce en recuerdos cargados de emotividad. Explicó que su hijo fue alumno del Instituto «y yo recordaba con sus vivencias las mías también. Las vivencias son muchas».

Lalo Santos contó que su padre fue miembro de las Asociación de Padres, colectivo que fue evolucionando. Estas asociaciones «fueron fundamentales para que se consolidase la educación secundaria en O Barco. Eran activas, reivindicativas y trabajaban codo con codo con los profesores».

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Destacó esa parte de «la familia, que está muy ligada a la educación, al profesorado y al equipo directivo. La educación es parte del alumnado pero todos formamos parte de la misma».

Finalmente, hizo memoria de «aquellos maravillosos años», cuando se sentaba en el recinto «con los amiguetes» durante los recreos, y a la salida de clases y exámenes. «Son vivencias que nunca se olvidan», concluyó.

Eduardo Ojea: «Le debemos mucho al Instituto»

Eduardo Ojea («Potolo»), de la primera promoción, ha formado parte de la vida del centro. Recordó que fue alumno cuatro años y 23 años profesor. La dictadura marcó el comienzo. «Había otro régimen, otra forma de enfocar la educación. Era otra historia. En O Barco no había institutos. Había enseñanza femenina y masculina. En 1970-71 se abrió la sección delegada mixta. Cambió mucho y empezó a haber democracia interna».

Como profesor, vivió la evolución del «Martaguisela», «muy grande en estos 50 años». Expresó la gratitud al centro porque significó la valoración y validación de muchas personas que encontraron aquí el germen de su porvenir y carreras profesionales.

Relató que el año pasado se jubiló y la pandemia no le permitió orquestar la celebración de los 50 años como jefe de estudios. «Le debemos mucho a este instituto y a la decisión en aquella época de la apertura de la sección delegada mixta en O Barco dependiente de Ourense. 50 años dan para mucho», puntualizó, para culminar con aquello de «¡a por otros 50 años más!».

José María Rodríguez: «Primaba la solidaridad y el compañerismo«

Por su parte, José María Rodríguez, recordó que empezó a estudiar en O Barco en la Academia Dequidt, en tiempos en que se cumplía aquello de «la letra con sangre entra» y en los que «la historia era falsa». Es por ello que su primer día en el instituto, entró «con pánico». Sin embargo, el centro le deparó otra realidad. Relató en el centro confluyeron alumnos de toda la comarca, Trives, Viana, un conglomerado en el que «principalmente primaba la solidaridad y el compañerismo».

José María Rodríguez indicó que «aquí no se necesitaba ser el número 1, porque el número 1 venía por lista de orden alfabética».

Contó que en el centro tuvo su primera cámara de cine para hacer un cineclub de super 8, «tuve la primera novia y ahora tengo la última», dijo con humor.

Tuvo unas palabras de recuerdo para el conocido historiador Antonio Castro Voces. «Para mí es un referente y todo un ejemplo a seguir pues a lo largo de toda su vida nos ha ido marcando las pautas a seguir en cuanto a conseguir hacer independientemente de cómo te trate la vida». Dijo que Castro Voces fue artífice del 25 aniversario y «hoy le gustaría estar aquí».

Hizo mención a otras personas que ya no están, entre ellas Santiago Melo. Como ejemplo de la gran transformación citó la convivencia plena en el centro de personas de diversas nacionalidades, destacando el signo de O Barco como villa de la cordialidad.

En el «Martaguisela» resonó en la memoria aquello de «yo estudié en el instituto».