Oporto es una de las ciudades de Portugal con más contrastes. La arquitectura en decadencia se funde con la moderna creando un retablo único que infunde una personalidad propia inconfundible.
Pasear por las estrechas y empinadas calles del barrio histórico (declarado Patrimonio de la Humanidad) y por la ribera del Douro infunden una agradable sensación de nostalgia acompasada por el latido incesante de la amabilidad de sus gentes.
Oporto es un viaje a otro tiempo, cuyas señas de identidad pasan por sus azulejos en las fachadas de casas e iglesias (blancos y azules), balcones donde se tiende la ropa, granito, viejos muelles convertidos en bares y restaurantes, bodegas del vino dulce típico (la mayoría de origen inglés)…
Lo ideal es recorrer la ciudad a pie, cruzando el puente de Luis I, un mirador incomparable hacia la ciudad, si bien existe tranvía y funicular.
Pero la experiencia se convierte en única con un paseo en «ravelo» (embarcaciones tradicionales que eran empleadas para transportar las barricas de vino de Oporto) hasta la desembocadura del Douro en el Atlántico, donde el cielo y el agua se «abrazan». La ciudad merece la pena.
Embarcaciones típicas de Oporto |
Vista desde el puente Luis I |
Fachadas de casas antiguas de Oporto |
Ropa colagada en fachadas de Oporto |
Iglesia con azulejo típico azul y blanco de Oporto |