Visitamos varios lugares afectados por la DANA del pasado 29 de octubre de 2024
La Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que azotó la provincia de Valencia a finales de octubre dejó un rastro de devastación sin precedentes, con un balance provisional de 227 víctimas mortales en la provincia y más de 230 en toda España, según datos oficiales.
Seis meses después de aquellos hechos, lo primero que viene a la cabeza cuando llegas en coche a estas localidades es la palabra “barbaridad”. Barbaridad por cómo, casi 180 días después, aún se pueden ver rastros de la destrucción que provocó el agua, que en su momento fue infinitamente peor.
En nuestro recorrido visitamos varios puntos separados por kilómetros para comprobar de primera mano cómo se encuentran hoy las localidades afectadas.
Lo primero que llama la atención es la cantidad de barro que aún permanece en algunas calles, así como puertas destrozadas y carteles que anuncian la reapertura de negocios. Es el caso del Centro Comercial Bonaire, donde más de 50 vehículos quedaron sumergidos en el aparcamiento subterráneo, afortunadamente sin víctimas mortales.
También destaca la gran cantidad de vehículos recientemente matriculados, tanto en Aldaia como en Paiporta y Sedaví, así como las numerosas obras que conviven con el barro acumulado desde hace seis meses. También en algunas tiendas y viviendas el recuerdo y agradecimiento a los voluntarios que se desplazaron para ayudar en aquellos días.
A pesar de la tragedia y de que hubo más de 200 personas fallecidas, estos signos reflejan que lo peor parece haber pasado. La vida continúa, incluso en calles donde el agua superó los dos metros de altura, sin contar con la crecida de los barrancos.
En Paiporta, uno de los municipios más afectados, el agua arrastró coches y provocó graves daños estructurales. Allí se confirmó la muerte de un hombre cuyo cuerpo fue hallado días después de la tormenta. En nuestra visita pudimos comprobar cómo muchos negocios, incluida la sede de la Policía Local, siguen cerrados, aunque otros están a punto de reabrir tras las reformas. Incluso tomamos café en una de las calles céntricas, cerca del Barranco del Poyo, e intentamos comprar fartóns en una panadería cercana, aunque nos dijeron que no era temporada.
Uno de los lugares más mediáticos durante los días posteriores a la DANA fue el Centro Comercial Bonaire. A pesar de los bulos difundidos en redes sociales, no se confirmaron fallecidos. Hoy la vida ha vuelto a florecer en este espacio: Todas las tiendas están abiertas, y los fines de semana es difícil encontrar mesa en los locales de restauración por la gran afluencia de gente. El famoso aparcamiento subterráneo, epicentro de la polémica, permanece cerrado, aunque se ha habilitado una zona de tierra cercana para estacionar.
Las infraestructuras viarias y ferroviarias aún están en proceso de reparación o en fase final de obras para restablecer los servicios previos a la DANA. No obstante, si se quieren evitar nuevas tragedias, como las ocurridas en la A-3, es imprescindible actuar con previsión. Los atascos diarios que ya se producían —y que se dieron el día de la DANA— deberían servir de advertencia para mejorar la evacuación en caso de emergencia.
En Sedaví, se accede ahora por un puente de reciente construcción. La localidad también sufrió daños importantes: las inundaciones afectaron infraestructuras clave, dejando a numerosos vecinos sin agua potable ni suministro eléctrico. El aislamiento complicó las labores de rescate y asistencia. El alcalde de Sedaví ha sido citado como testigo en la investigación judicial sobre la gestión de la emergencia.
La DANA de octubre de 2024 se ha consolidado como uno de los desastres naturales más devastadores de la historia reciente de España, superando incluso la gran riada de Valencia de 1957. En ese lugar, la propia ciudad de Valencia, a escasos metros de la devastación, el destino quiso que no ocurriese absolutamente nada.
La labor de los valdeorreses aquellos días también estuvo presente, miembros de los Grupo de Emergencias Supramunicipales (GES) de Valdeorras se desplazaron a Valencia para colaborar en las tareas de rescate y limpieza en las zonas más afectadas junto a efectivos de la Policía Local barquense. Equipados en total con dos vehículos todoterreno, estos profesionales trabajaron en condiciones extremadamente difíciles, enfrentándose a calles anegadas de barro y escombros.
La solidaridad de Valdeorras no se limitó al envío de personal especializado. Diversas asociaciones y colectivos de la comarca de Valdeorras organizaron campañas de recogida de alimentos, ropa y productos de higiene para enviar a los damnificados por la DANA. Estas iniciativas contaron con una amplia participación ciudadana, enviando furgonetas -conducidas por los propios promotores de las campañas- e incluso camiones con ayuda.
La vida vuelve a normalizarse. Eso sí, sin olvidar y con el deseo de que nunca vuelva a repetirse la tragedia que acarreó la DANA.