Este veterano establecimiento cumplió 25 años de la mano de Divina Arias López y Daniel Fontán González, profesional de la repostería desde hace 40 años
Rodillo Veloz, la pastelería artesana de O Barco, situada en calle Vigo número 9 (esquina calle Coruña) de O Barco de Valdeorras, atesora una larga trayectoria digna de celebrar. Cumplió 25 años de actividad, mientras que el pastelero que da vida a los pasteles más dulces, sabrosos y naturales, Daniel Fontán González, lleva 40 años en este oficio, una dilatada experiencia que suma, y mucho, en el resultado de su trabajo diario.
Divina Arias López y Daniel Fontán González son los propietarios de Rodillo Veloz. El amor que les unió en París (Francia), donde Divina nació (aún cuando tiene orígenes en Rubiá y Sarria) y donde Daniel (de Salvaterra de Miño) residió desde los 3 años hasta su juventud, es el mismo que les llevó a abrir la pastelería hace 25 años. Desde entonces, se han dedicado en cuerpo y alma a esta profesión, un mundo creativo y apasionante que exige tiempo y entrega para modelar el más dulce y delicado trabajo.
Rodillo Veloz hace tartas, pasteles, brazos de gitano, «troncos», dulces de leche, bollería, bicas y todo tipo de repostería a la carta. Eso sí, la pastelería francesa también es una de las especialidades pues, además de Galicia, Divina y Daniel llevan a Francia en el corazón.
El croissant de almendras es una delicia que solo se hace en Rodillo Veloz, una especialidad de la casa a la que hay que añadir otras como una tarta de frutas naturales y los «Suspiros» (merengue al horno o seco, que también se hace mucho en Francia).
Rodillo Veloz endulza bautizos, bodas, comuniones, cumpleaños y todo tipo de eventos. Además, en Navidades cuenta un roscón de Reyes muy especial; en Semana Santa elabora buñuelos, monas de Pascua y roscones, y en Entroido, las «orejas», flores de carnaval y crepes. En las fiestas de O Cristo de O Barco también hace todo tipo de tartas y pasteles, en este caso por encargo.
Los pasteles son todos distintos. Esta es la mejor prueba de que es repostería artesanal. Además, realiza tartas personalizadas, al gusto del cliente, incluso con fotografías. «Intentamos que cada trabajo sea distinto. Las tartas nunca son iguales», dicen.
Daniel Fontán, de París a O Barco: «La pastelería es mi vida»
Daniel Fontán lleva 40 años en el oficio de la repostería. Empezó con 15 años. «Es mi vida, es todo», dice con orgullo. Lleva la pastelería en las venas. Comenzó en París, donde completó su formación profesional. Fue el número 24 de su promoción en 1987, conformada por 400 alumnos. A los 18 años, empezó a «volar solo», de pastelería en pastelería en Francia. Hasta que decidió instalarse en O Barco hace 25 años con su mujer, Divina Arias.
Daniel se levanta cada día a las 3 de la mañana para hacer tartas, pasteles y bollería a fin de que todo salga recién horneado y fresco a las 10 de la mañana.
Lo más bonito de la pastelería, además de la creatividad del propio oficio, «es ver la cara de un niño cuando ve una tarta, sobre todo cuando va adornada con su personaje favorito, eso me llena. Pero al margen de la edad, una tarta siempre eleva el estado de ánimo, a cualquier persona», dice Daniel Fontán.
El sector ha evolucionado en los últimos años. Eso sí, aquí «no utilizamos nada industrial. El huevo es huevo, no huevina. Apostamos por los ingredientes naturales, de siempre. Aquí se trabaja con las manos«. Y sus buenas manos pasteleras ofrecen el mejor servicio.
Uno de los cambios que no convence a Daniel es el de las tartas en las bodas, que ahora reducen su presencia a la mínima expresión en banquetes, como algo simbólico o solo para los novios. «Las tartas de las bodas de antes tenían su protagonismo. Al margen de como fuesen, siempre te quedaba el recuerdo de ellas. Habría que conservar aquella tradición, hoy prácticamente desaparecida», expresa.
La pastelería es creativa, pero exige también un esfuerzo y es un sector que, estima, «no está del todo reconocido. A veces no se valora lo suficiente, de modo que el relevo generacional en la profesión, trabajando de forma artesanal, lo veo muy difícil», indica.
Señala que Rodillo Veloz llegó a los 25 años con mucho trabajo e ilusión. «La pastelería artesana no tiene precio», concluye.
Divina Arias López: «Agradecemos la confianza de la clientela en estos 25 años»
Divina Arias López se encarga de la atención al público. Le gusta el trato con la gente. Está orgullosa de que Rodillo Veloz tenga ya un cuarto de siglo. «Damos las gracias a nuestros clientes por el apoyo después de tantos años, agradecemos su confianza», expone.
Divina cuenta que Rodillo Veloz es espejo del amor y pasión por la pastelería con un gran profesional al frente, su marido Daniel, quien «es un artista, tiene un don y muy buena mano para la pastelería».
Coincide con Daniel en que la pastelería artesanal se va perdiendo. «La gente se va a lo industrial, las nuevas generaciones ya compran de fábrica en los supermercados, de ahí toda labor artesanal tenga que luchar para sobrevivir, aún cuando sea un valor añadido en la calidad», lamenta.
Rodillo Veloz ocupa un local luminoso, lleno de vida y color, adornado con sumo detalle, en la que no faltan detalles decorativos de la bella ciudad de París. Divina y Daniel son los perfectos anfitriones, dando un trato muy familiar a las personas que entran en su establecimiento.
Rodillo Veloz, endulza la vida. Es la mejor pastelería artesana en O Barco y con un toque francés.