Recorrieron en coche las calles de la villa para llegar al corazón de los hogares y saludaron desde su cabalgata estática
Los Reyes Magos de Oriente sustituyeron sus camellos en O Barco por coches descapotables clásicos.
Llegaron a O Barco escoltados por la Policía Local que advirtió, al ritmo de sirena, de la presencia de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Circularon por las calles de la villa llegando hasta Viloira.
Derrocharon vitalidad y saludos en cada rincón del espacio urbano.
La caravana de los Reyes en descapotable fue uno de los momentos más especiales y emotivos para pequeños y adultos, principalmente para aquellos que no se aproximaron a la cabalgata estática, instalada en la Praza do Concello.
El desfile por la villa en coche regaló la generosidad, el saludo y la magia de los Reyes Magos, que fueron aclamados desde las ventanas, a pie de calle e hicieron aflorar la ilusión a flor de piel y hasta el rayo de la esperanza perdida a raíz de los tiempos de COVID-19.
Melchor, Gaspar y Baltasar fueron recibidos en la Praza do Concello. Allí le aguardaban sus relucientes carrozas, cuidadosamente engalanadas durante 9 meses por la artesana barquense Conchi Pérez.
La Policía Local, GES, Protección Civil y representantes del Concello desplegaron el protocolo para saludar a los Reyes Magos, en esta ocasión como mandan los nuevos tiempos, con distancia social.
Ordenaron y espaciaron las visitas así como las fotografías ante las carrozas, por el interior de un cierre precintado y desde las que los Reyes saludaron sin moverse de su «altar».
No hubo lluvia de caramelos. Pero sí la entrega de los mismos en bolsitas precintadas anti-COVID.
Fue una cabalgata de Reyes diferente, llena de originalidad, libre de COVID, al aire libre, amenizada con el bálsamo de la música de fondo y confetti de nieve e ilusión infantil por doquier.
O Barco vivió una mágica noche de Reyes fría y viva.
La noche de Reyes logró burlar a la COVID-19 cumpliendo así el sueño de niños y adultos.
Los Reyes Magos de Oriente volvieron a conquistar.
Melchor, Gaspar y Baltasar dejaron un regalo para todos y todas: un soplo de esperanza.