Las gaitas ibéricas centran una exposición en O Bolo

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Pretende ser una muestra de las variantes de este instrumento en la Península Ibérica

O Bolo acoge una exposición dedicada a las gaitas ibéricas, puesta en marcha por el Museo Internacional de Cornamusas, que pretende ser una pequeña muestra de las variantes del instrumento en la Península Ibérica: desde la «xirolarrúa» del País Vasco, como instrumento recuperado de las muestras iconográficas del siglo XIII, pasando por la gaita gallega de «raposo» fruto de la creatividad de artistas populares, hasta otros sofisticados instrumentos de artesanos consagrados.

Xosé Lois Foxo, presidente de la Real Banda de Gaitas, hace un repaso a la historia de este instrumento. Se denominan gaitas ibéricas al conjunto de variantes del instrumento que se pueden encontrar en la Península Ibérica e Islas Baleares. El concepto de la gaita primitiva, que aún hoy permanece intacto en espacios del sur de Asia, sur de Europa o norte de África, recobra una nueva dimensión con las distintas variantes del instrumento que existen en esta parte de Europa. Todo esto se convierte en una muestra de su evolución y desarrollo en la Europa Occidental.

Explica que se cree que ese viejo instrumento, que en cada cultura recibió su denominación lingüística así como su diferencial morfología y características tímbricas, tuvo en la Península Ibérica la puerta de entrada a la vieja Europa, donde sería apreciada por reyes y emperadores.

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Así, valiosos documentos avalan la puesta en valor por parte de las monarquías europeas de la gaita o cornamusa. Los reyes de Castilla tenían gran aprecio al instrumento; Fernando III el Santo (1201-1252) prestó gran atención y protección a los «trobeiros» y juglares. En las miniaturas de los códices escurialenses de Alfonso X el Sabio (1221-1284) aparecen fantásticas representaciones de tañedores del instrumento primorosamente ilustradas.

Desde el siglo XIV, la presencia de gaiteros y percusionistas aparece documentada como servicio de gremios y cofradías para distintas solemnidades, llegando a establecerse contratos con gaiteros incluso de por vida; algo que supone una muestra del aprecio que disfrutó dicho instrumento. En este sentido hay que decir que, cuando la Iglesia católica persiguió las prácticas profanas a través del Santo Oficio, gaita y gaiteros buscaron amparo en las prácticas religiosas.

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La pervivencia del instrumento en la Península Ibérica fue desigual. Así, cuando en las áreas orientales de la Península como Baleares, Cataluña, Aragón se da casi por extinguido el instrumento durante la segunda mitad del siglo XX, en Asturias, Galicia o Sanabria aún vive con fuerza.

A partir de la década de 1980 surge una gran inquietud por recuperar el instrumento, especialmente en las zonas donde se tiene referencia de gaiteros activos hasta 1950. Es lo que sucede particularmente en Cataluña y Aragón donde disfrutó de aprecio, lo cual sería notorio durante el reinado de Jaime I el Conquistador, pues floreció el instrumento en todos los sus territorios.

En Asturias, donde el instrumento mantuvo su vida con fuerza, destaca el impulso que se le dio al instrumento con la creación del Museo de lana Gaita de Gijón, gracias a la iniciativa e inquietudes de Rafael Meré. Por otra parte, es importante señalar el auge que el instrumento está experimentando en Portugal, no solo por el número de instrumentistas, sino también por las publicaciones y estudios que se están haciendo.

Desde inicios del 1700, la gaita se erige como símbolo de Galicia, pasando de ser un instrumento de acompañamiento de danzas rituales o sacramentais, a iniciar un camino de desacralización y libertad.

A comienzos del siglo XIX los gaiteros gallegos se convierten en un referente de los momentos festivos, destacando a inicios de este siglo gaiteros que hicieron historia como el Gaitero de Penalta y otros. Además, los poetas del Resurgimiento contribuyeron con sus poemas y referencias literarias a transformar la gaita en símbolo de Galicia.

En el mundo rural, la gaita tuvo siempre su casa, siendo buena muestra del mismo el poso que el instrumento dejó en el alma de Galicia.

La exposición en O Bolo es una buena forma de acercarse a la historia de este instrumento.