Las «covas», un valor diferencial del enoturismo en Valdeorras

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La comarca cuenta con más de mil cuevas siendo el único territorio de Galicia con este tipo de bodegas de vino subterráneas

El enoturismo es un valor al alza en Valdeorras. La excelente calidad de los vinos de sus Denominación de Origen y su afamado «godello» —el oro líquido de esta tierra— es todo un aliciente en las visitas a este territorio, aderezadas con la el gastronomía y el paisaje de esta tierra. Sus «covas», bodegas subterráneas que se usaron desde tiempos inmemoriales para la elaboración y conservación del vino, acentúan aún más su atractivo en este territorio. Hay más de mil.

Las «covas» de Valdeorras son únicas en Galicia. Su tipología también es singular pues existe una gran diversidad en función del tipo de suelo en el que se asientan (arcilla, granito o pizarra). Aunque son de propiedad privada y familiar, hay una decena de bodegas que disponen de cuevas visitables, abiertas a los turistas mediante visitas organizadas.

Cova de una bodega de A Rúa

Vilamartín, Seadur (Larouco) y Petín son tres de los mejores referentes de la conservación de estas emblemáticas construcciones, aún cuando existen en todos los municipios de Valdeorras. Tres municipios que cuentan con fiestas propias de las «covas», que mueven cientos de visitantes de Galicia y otros puntos del país.

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Las «covas» significan mucho más que un lugar de conservación del vino, donde la temperatura permanece entre 8 y 13 grados —una delicia en los tórridos días de verano—, tienen un valor sentimental pues se han ido transmitiendo de generación en generación. Además, de bodegas subterráneas, tienen y tuvieron una vertiente social, siendo utilizadas como lugar de encuentro de amigos y familias para meriendas y fiestas.

Impresiona el descenso por los peldaños por algunas de las «covas», que no parecen tener fin, hacia el fondo de la tierra para acceder a las entrañas. Al llegar a su base, es cuando se visualiza el gran arco que se yergue hacia el techo en forma de cono invertido y que causa sensación.

Pero todas las «covas» son diferentes, con distintas dimensiones y fisonomía y ahí radica también su encanto. Una de las más pequeñas se encuentra en Petín y fue construida a pico y pala en el pasado, una forma de construcción que comparten como historia otras de la comarca.

Una cova de reducido tamaño en Petín que fue excavada a pico y pala en el pasado

Barriles de madera, garrafones y otros elementos propios del vino suelen adornar estas bodegas subterráneas que hoy tienen más valor que nunca en el avance del turismo asociado al vino.

Valdeorras es vino y sus «covas» son el patrimonio etnográfico que aporta la «marca» propia en cada experiencia enoturística.