Lágrimas, letanías y una escobilla del WC como hisopo para despedir el carnaval

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Momento del bocadillo de sardinas tras la ceremonia del Entierro de la Sardina
Momento del bocadillo de sardinas tras la ceremonia del Entierro de la Sardina

El Entierro de la Sardina marcó el fin del carnaval. Cada ciudad, cada pueblo tiene su propia ceremonia y singularidades. A Rúa Vella es un claro ejemplo de la conservación de un ritual que, cada año se vive con intensidad, caracterizado por un «guión» que involucra a todos los vecinos. Y no sería posible sin la implicación de los miembros de la Agrupación Teatral A Ruada, que en cada edición ponen voz y el toque de humor a esta representación tan antigua.

Velando a la sardina en el atrio de la Iglesia de A Rúa Vella
Velando a la sardina en el atrio de la Iglesia de A Rúa Vella

La despedida de la sardina se inició en el Atrio de la Iglesia de A Rúa Vella, donde mujeres vestidas de riguroso negro y con las caras tapadas lloraron la muerte de la misma. El velatorio estuvo presidido por un cura y un sacristán.  El sacerdote lanzó agua bendita a todos los presentes con un original hisopo,  una escobilla de WC.

El hisopo
El sacerdote con el curioso hisopo, una escobilla de WC y un cubo con el agua «bendita»

Pero también se repartió en el velatorio bica, licor café y letanías entre los asistentes.

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Reparto de letanías en el Atrio de A Rúa Vella
Reparto de letanías en el Atrio de A Rúa Vella para que los vecinos canten durante la procesión

Después, comenzó la procesión por las calles del pueblo, encabezada por el cura, el sacristán, y los «porteadores» del cuerpo de la sardina con el fin de  quemarla en una hoguera en la Plaza César Conti.

Comienza la procesión
Comienza la procesión

En el  recorrido se realizaron  paradas intermitentes para expresar el dolor y lamento por la muerte de la sardina.

El sacerdote, los "porteadores" de la sardina y la comitiva
El sacerdote, los «porteadores» de la sardina y la comitiva

Al llegar a la Plaza César Conti, este año hubo una sorpresa: cura y sacristán se transformaron en viudas alegres, cantando y bailando.

Momento en que se conviertem en viudas alegre
Momento en que se conviertem en viudas alegre

Después fueron bajados los «Mecos» de la farola de la Plaza (los que anunciaban el carnaval) para quemarlos junto con la sardina en una hoguera entorno a la que los asistentes cantaron y aplaudieron.

Uno de los "mecos" es bajado de la farola para su quema
Uno de los «mecos» es bajado de la farola para su quema

La fiesta murió con el despacho de bocadillos de sardinas para todos.

Arden la sardina y los "Mecos"
Arden la sardina y los «Mecos»

El carnaval se despidió hasta el próximo año con cánticos que resonaron con fuerza por las calles: «La sardina ya murió y la vamos a enterrar siete docenas de rueses, un clérigo y un sacristán…El carnaval ya murió…»-

Otras imágenes: 

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