La sequía no perdona: Buscando agua en A Veiga

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El embalse retrocede destapando sus orillas mientras los pueblos «se mueren» de sed y los bañistas recurren a sus aguas para combatir las altas temperaturas

La sequía no perdona. Afecta a todos y cada uno de los rincones de la provincia ourensana. No quiere llover. En A Veiga se va transformando una parte de su paisaje. Aquí, el embalse, tanto en la localidad como en Prada, ha retrocedido destapando sus secas orillas.

Aún así, los bañistas encuentran aquí su refugio. Llegan de todas partes eligiendo el entorno para sumergirse en el «hilo» de sus aguas, que prende en su recorrido, para hacer frente a las elevadas temperaturas.

Pese a la sequía, darse un buen baño refrescante aún es posible en A Veiga.

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«El nivel del agua está bajo, pero al menos es factible bañarse. No ocurre así en el río Sil, que apenas lleva agua», dice un grupo de personas mientras disfruta de las playas de los Fracenses y O Coiñedo.

Los pueblos del municipio «se mueren de sed». Candeda es ejemplo de ello. «No hay agua. El río se ha secado. Y solo se salvan los que tienen pozo», dice una vecina.

Hay vecinos que proponen la búsqueda de nuevos acuíferos y manantiales que permitan hacer frente a los tiempos de sequía.

«Aquí el invierno es muy duro, con nieve. Así que tiene que haber otras alternativas para paliar las épocas de sequía. Hay que buscar nuevos acuíferos para los pueblos», dicen.

De hecho, relatan hay quien este verano optó por no veranear en el pueblo, como hacían cada año, debido a los efectos de la sequía, la falta de agua en las casas. Y es que «no todo el mundo tiene pozos. Solo se salvó la capitalidad, A Veiga, donde los domicilios no acusaron la falta de agua», expresan.

La sequía es común a todo el territorio. Hasta las vacas se van quedando sin pastos, paciendo tranquilas sobre extensiones de hierba seca.

Son tiempos de sequía.