Amalia Arroyo, una pulpeira de A Rúa con sexto sentido para el pulpo

Elisa Amalia Arroyo Allo, en la calle Doctor Vila de A Rúa, donde despacha pulpo cada domingo
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Elisa Amalia Arroyo Allo lleva las riendas de «Pulpería Amalia» que, cada domingo, festivos y días de feria, se instala puntualmente en la calle Doctor Vila de A Rúa. Hace cinco años se animó a emprender en este sector en el que ya tenía experiencia. Estimó que era una buena alternativa. Entraba a formar parte del grupo de personas que, con esta actividad, perpetúan una tradición gastronómica tan extendida como arraigada que, lejos de decrecer, sigue muy viva.

Amalia Arroyo, corta el pulpo

Amalia Arroyo tenía claro que este manjar tiene «gancho». No obstante, aclara que «cuando empecé no lo hice por tradición, es decir, no provengo de una familia de pulpeiros. Mi idea era la de buscarme la vida, sin más». Y acertó. Le gusta «todo» de esta actividad, «el trabajo en sí y el contacto con la gente». Al mismo tiempo tiene demanda. «Estoy muy contenta, cada vez se vende más pulpo», añade.

Elisa Amalia Arroyo con su puesto de pulpo en la calle Doctor Vila de A Rúa

A Rúa no es la única localidad en la que despacha pulpo, sino que acude todos los sábados a Vilamartín y también a las ferias del contorno, Valdeorras y otras comarcas vecinas como las de Viana y Terras de Trives. Además, lo sirve por encargo en reuniones familiares, eventos y celebraciones, de modo que también dispone de un apreciado «catering de pulpo» para fiestas y ceremonias.

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Momento de la cocción del pulpo

Con el carácter alegre y afable que la caracteriza, Amalia corta y sirve el pulpo para hacer las delicias de los seguidores de este producto típico que si bien tuvo épocas de escasez, ahora parece haber reflotado en el mercado. «Está empezando a bajar de precio. Si se mantiene la línea descendente, en Navidades bajaré el precio», avanza.

Elisa Amalia Arrollo Allo, pulpeira de A Rúa

Amalia vende la ración de pulpo a 8 euros. «Soy de las más caras, pero es porque mi pulpo es muy grueso y no echo cabezas en las raciones», argumenta. Explica que el pulpo que despacha no es gallego, entre otras cosas porque «es muy escaso, hoy lo hay y mañana ya no. Es marroquí».

Amalia rodeada de platos de madera sin los que el sabor del pulpo nos sería el mismo

Dedicarse al pulpo se traduce en una tarea muy laboriosa. «Lavarlo es la parte que da más trabajo y más importante pues hay que eliminar muy bien las arenas que lleva. Hay que empezar con mucho tiempo», relata. El punto para aderezarlo con sal, aceite y pimentón supone «tener maña, más que otra cosa», valora.

Lo más sacrificado de esta actividad es «la intemperie», explica, pues hay que cocer y despachar bajo temperaturas extremas, con mucho calor en verano y frío en invierno. Además, dependiendo de la temperatura exterior y del tipo de agua, el punto de cocción es diferente. «No es lo mismo el agua de A Rúa que la de Viana, por ejemplo, ni las temperaturas. Con el pulpo, hay que tener un sexto sentido».

Considera que la actividad relacionada con este producto tiene futuro. «Hubo unos años atrás que se traducía en lo comido por lo servido. Había subido tanto el precio que no se veía resultados, pero ahora sí, ahora ha remontado».

Esta pulpeira es natural de Coristanco —Carballo— si bien se siente plenamente de A Rúa, donde reside desde que tenía 10 años. Anima a que todo el mundo pruebe el pulpo que sirve, que califica extraordinario por su calidad. «Es de primera», concluye.