El belén de A Rúa Vella tiene nada menos que 90 años, identidad e historia propia. Las figuras, que destacan por su gran tamaño, llegaron hasta la iglesia de San Estevo procedentes de Madrid hace casi un siglo.
Desde entonces, se han guardado como «oro en paño» siendo uno de los distintivos de esta peculiar obra artística.
Manuel Martínez, sacristán del templo, es la persona que, desde hace varios años, se encarga del meticuloso montaje del belén, que se prolonga durante un semana. Eso sí, con la ayuda de vecinos y vecinas de A Rúa Vella.
Es un entusiasta de este belén, por su antigüedad y porque es puramente tradicional y natural, dice.
De hecho, en su decoración se emplea vegetación propia de la temporada en la que hasta se asoman los frutos de un madroño.
Además, cuenta con corcho de árboles de hace más de 50 años procedente de San Xulián, localidad del municipio; piedra de la Serra de Queixa, que hace largos años recogió el que fuera párroco de San Estevo, Severino Pérez Blanco e, incluso, una pesa del reloj con gran solera que estaba en el antiguo campanario de la iglesia.
Además, una parte del «cielo» de este belén son sacos de productos del campo salpicados con cal puesto que la principal premisa es que «no se le echa nada artificial, todo es natural».
En este decorado, también hay que citar que una parte del decorado fue pintada por un vecino, que reside en Barcelona, hace muchos años, Antonio Valdivieso, que se conserva a la perfección.
Y lo mas sobresaliente son las propias figuras, que «son de gran tamaño», si bien el paso del tiempo obligó a completarlo con otras más recientes.
Un belén muy tradicional con el sello de la autenticidad que es posible visitar hasta el 7 de enero.