Santillana del Mar: ni es santa, ni llana, ni tiene mar

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    Un lavadero y la colegiata de Santa Juliana al fondo, una joya monumental ya que su origen se remonta al siglo XII
    Santillana del Mar (Cantabria) es sinónimo de cultura. Sus empredradas calles medievales y la cuidada restauración de todas y cada una de sus casas es su sello personal y supone una puerta abierta al entretenimiento ya que cada rincón rezuma historia por los cuatro costados. 
    Ideal para pasar un día disfrutando del enorme valor de su patrimonio artístico, Santillana del Mar ofrece monumentos y todo tipo de museos: diocesano, de  la tortura y la inquisición, del barquillero, Museo y Fundación Jesús Otero… Además, hay talleres de artesanos en los soportales de las casas para mostrar el trabajo de artistas.
    La merienda típica en esta localidad, después de visitarla a fondo es un vaso de leche de vaca, que bien puede acompañarse de un sobao típico, una «corbata» o un trozo de quesada.
    EScultura de Otero en el museo que lleva su nombre

    Esta villa es conocida como la de las tres mentiras porque ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. Eso sí,  tiene patrimonio, y mucho, desde la época románica, pasando por la medieval y renacentista, hasta la actualida. Toda una joya.

    El museo del barquillero de  Santillana en cuyo balcón hay un pinocho colgado y en el que se pueden contemplar esculturas, juguetes, partituras musicales y utensilios relacionados con el oficio del barquillero
    Escudo de una casona de Santillana

    Bazar  con imágenes religiosas de santos y ángeles a la venta
    Casas y (a la derecha) un esqueleto colgado perteneciente al museo de la tortura,
    que muestra guillotinas y garrotes propios de la época de la  inquisición
    Casa de Santillana del Mar llena de lámparas, sartenes
    y utensilios de carácter etnográfico

     

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    Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.