Menorca: la isla de contrastes de color turquesa

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    Menorca es una isla muy especial. Este rincón de Baleares no es sinónimo de masas. La tranquilidad y soledad es posible, aún cuando se visite durante el mes de agosto.  Esconde lugares que, en plena temporada estival, se pueden contemplar sin agobios. Es una isla de contrastes, con paisajes y colores muy diversos, hasta el punto que su riqueza medioambiental le valió el reconocimiento por parte de la Unesco de Reserva de la Biosfera.

    Cuenta con hábitats mediterráneos en los que además de sol y mar, es posible disfrutar de otra forma de la naturaleza. Se puede recorrer a pie o en bicicleta pues por toda la isla están repartidas rutas del Camí de Cavalls.

    Mahón
    Vista de Mahón

    La arqueología es otro de los patrimonios culturales más valiosos de Menorca, con muchos monumentos prehistóricos y un millar de yacimientos. La piedra es uno de los elementos más representativos de la isla siendo el «talayot» (especie de torres de vigilancia o defensivas) una de las piezas más emblemáticas.

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    Menorca6

    Menorca es una isla de paradisíaca con calas repartidas a lo largo de sus 216 kilómetros de litoral. Las más famosas, en este caso con gran afluencia de turistas, son Cala Galdana, Cala en Turqueta, Macarella, Macarelleta y Cala Mitjana, además de otras más tranquilas, que permiten disfrutar, incluso casi a solas, de la grandiosidad de las aguas de color turquesa de esta isla. Todas ellas son de extraordinaria belleza.Menorca2

    Si hubiese que buscar una palabra acorde a la esencia de Menorca sería «única», porque ha sido capaz de combinar el turismo con la identidad propia y de poner freno a cualquier tipo de actividad turística que signifique destrozar este maravilloso rincón del Mediterráneo.

    Una cala de Menorca

    Binibeca, el pueblo de pescadores, blanco, donde se invita al silencio
    Cala Galdana
    Muy cerca de Punta Prima