Cernego (Vilamartín de Valdeorras), una tranquila aldea con sabor auténtico a rural, está rodeada por una pequeña y bella reserva natural de castaños centenarios. La castaña es uno de sus elementos típicos.
Sus edificaciones mantienen una tipología propia de la arquitectura rural, antigua, la mayoría de ellas sin restaurar, con las típicas galerías y balcones de antaño, una característica que, junto a los centenarios castaños, le aporta una gran singularidad.
Al igual que ocurre en otras localidades, durante el mes de agosto recupera vida y multiplica su población con la presencia incluso de niños y niñas en sus calles. Pero durante prácticamente todo el año es un ejemplo de la despoblación que sufre el medio rural, ya que apenas hay 20 vecinos.
Recientemente, el estrecho vial de acceso al pueblo, que dificultaba la entrada de vehículos y lo que es peor, de ambulancias y coches de emergencias, fue ampliado para alegría de sus vecinos.
Cernego sobrevive como un pueblo que conserva la esencia del rural.
