Adiós a «Santi», el vendedor de churros que marcó a varias generaciones

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Era conocido en toda la comarca

Santiago Rodríguez Iglesias falleció la semana pasada dejando un vacío tano para sus hijos Patricia, Rebeca y Santiago “Santi” como para sus nietas Carla, Marina y Noa. Pero también, para personas de Valdeorras que le conocieron. Porque Santi aparte de ser padre y abuelo era “el churrero”, querido en toda la comarca gracias a su puesto de comida ambulante y, sobre todo, por su forma de ser.

Santi marcó a muchas generaciones de vecinos de O Barco. A los más jóvenes les sirvió sus deliciosos churros pero también protección, porque en las noches de fiesta, fuera un sábado de noviembre a las 5 de la mañana como una tarde de fin de semana de mayo, ahí estaba él para atenderte, cigarro en mano y con la tele encendida, la misma que le servía para pasar esas horas donde había poca clientela. Porque Santi, literalmente nos vio crecer.

Si hacía falta echaba una mano, cosa que los padres que primero también fueron jóvenes (y clientes suyos) sabían, y en caso de las horas nocturnas podían dormir con algo menos de preocupación cuando sus hijos salían a disfrutar de la noche. Además, ayudó a «apaciguar borracheras» de madrugada con sus patatas y salchipapas.

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Porque los que han salido de fiesta en O Barco, y también en los pueblos a los que iba durante el verano de fiesta en fiesta, sabían que si eras de los que no llegabas al Bambú, la noche acababa en «el Santi». Si bien era conocido como «el churrero», también uno de sus productos estrella eran las patatas bravas. Las “bravas del Santi” llevaban la salsa de la casa, que en muchas ocasiones se acababa y cuya receta ha sido guardada casi casi como la de la Coca Cola.

Primero estuvo en O Malecón de O Barco, durante muchos años hasta que “se fue”, primero al Bar Tahití de A Rúa y luego ya, con su hijo Santi al mando, a recorrer diferentes pueblos de fiesta en fiesta.

Como dijo Christian Pombo: “Las leyendas nunca mueren”. Gracias Santi.