Pilar Pérez Bustillo: «Anpema tiene casi un siglo y apuesta por la calidad»

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Anpema, situada en la calle Real número 20, es una de las empresas más veteranas de O Barco. Tiene 97 años.  Inició su andadura en 1922 de la mano de Ángel Pérez del Río, para dedicarse a la electrificación de la comarca. Ingeniero de profesión, llegó desde Valladolid a la Fábrica de la Luz de Ponferrada (León) y decidió instalarse en O Barco. En aquélla época no todos los hogares disponían aún de suministro eléctrico, eran otros tiempos. Además de la especialidad eléctrica (pues brindaba servicio a la central eléctrica de A Bada, en As Cortes), tenía tienda para la venta de radios, bombillas y otros productos.

El negocio fue evolucionando y en la década de los años 70 asumió las riendas su hijo, Ángel Pérez Mayo, bajo la denominación de “Anpil” –nombre nacido del matrimonio Angel y Pilar y sus hijas, Ana y Pili-. Además de sus servicios eléctricos, y de trabajar para Fenosa, vendía artículos de decoración, electrodomésticos y cocinas. Siguió cumpliendo años hasta dar paso a «Anpema» (nombre creado a partir de las iniciales de Ángel Pérez Mayo). Había que renovarse o morir. Y apostó por un servicio centrado exclusivamente en la electricidad, con equipo de ingenieros propio, que se ocupa líneas de media y baja tensión, centros de transformación, acometidas y naves industriales; obra pública y privada así como la reparación de averías que son competencia de Unión Fenosa.

Padre e hija, Ángel Pérez Mayo y Pilar Pérez Bustillo

El negocio va ahora por la tercera generación. Desde hace 25 años es gestionado por la nieta del fundador, Pilar Pérez Bustillo. Eso sí, con la ayuda y la mirada atenta de su padre, Ángel Pérez Mayo, ahora ya jubilado.

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Pilar Pérez Bustillo, en su despacho

Pilar ha realizado estudios de Comercio Exterior, Técnico Intermedio de Seguridad y también de Electricidad. Lo que más le gusta de su tarea es el trabajo de campo en el ámbito de la seguridad, algo que “no hago continuamente por el exceso de trabajo de oficina”. Es esta burocracia lo que más quebraderos de cabeza le da pues “cada vez se exige más papeleo en este sector”.  Su trabajo, valora,  “es interesante y muy entretenido. Cada día es diferente”.

Pilar y su padre

«Anpema» cuenta con nada menos que 11 trabajadores y una filosofía muy clara, la apuesta de la calidad. Sin ésta no habría sido posible la pervivencia del negocio durante casi un siglo. Es más, Pilar Pérez Bustillo opina que “no se puede escatimar en calidad. Si suministras algo inferior a lo que necesita la instalación eso daría problemas”. Como muestra un botón. Al día siguiente de la inauguración de la pasarela que sobrevuela el río, en el entorno de la Calle Real, «daba calambres, algo que no habría pasado si hubiese primado la calidad en lugar del precio».

Este establecimiento atesora un buen número de curiosidades en su larga trayectoria. En los años 20 se encargó de los cableados para llevar la electricidad a todos los rincones de Valdeorras, además de instalar alumbrados públicos en muchos puntos, desde sus inicios hasta la actualidad (ahora mismo, en O Bolo). El propio Ángel Pérez Mayo relata que “trabajamos muy duro. Tengo dolencias lumbares porque antiguamente llevaba postes al hombro”. Cuenta como anécdota que fue esta empresa la que hizo la acometida en el primer cine que hubo en O Barco, el salón Teatro García Valle.

Pilar con el Reglamento para Instalaciones Eléctricas Receptoras de 1930, el único libro original que existe

Otra curiosidad, es que guarda como oro en paño un trocito de historia, concretamente un pequeño libro, imposible de localizar en otra parte, el Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión de 1930, publicado por Pirelli. Es el único ejemplar original que existe, calificado como todo un hallazgo. “La empresa que lo editó no lo tiene. Se puso en contacto con nosotros y querían comprarlo, pero no se lo vendimos. Es una joya”, dicen padre e hija. En este sentido, detallan que hoy en día el reglamento son “tres tochos. Entonces, era un librito así de pequeño. Algunas normas básicas que incluye se conservan hoy en día, pero mejoradas”, añade Pilar Pérez.

La hucha que se destina a causas solidarias

Pero Anpema va más allá de la actividad empresarial. También ejerce la solidaridad. Cada seis meses realiza una aportación a distintos colectivos de la comarca. Y lo hace involucrando a sus trabajadores. «Disponemos de unas huchas, los trabajadores aportan una hora  de trabajo y nosotros dinero. Al final, la hucha se la lleva el trabajador que más aporte en Seguridad y elige a qué entidad se entrega», cuenta con orgullo Pilar Pérez Bustillo.  Así, han sido beneficiarios la Asociación contra el Cáncer y la protectora de animales Peludines Callejeros, entre otras.

Trosky también forma parte de este establecimiento

Pilar Pérez Bustillo se siente muy vinculada a su localidad, O Barco. Lo que más echa en falta es la falta de buenas comunicaciones, algo que, afirma,  perjudica a la actividad empresarial. Tal vez, algún día, su negocio vea la tan esperada A-76.

Calle Real de O Barco, donde se ubica Anpema