La playa fluvial de O Barco: poco chapuzón y mucho «resbalón», caídas y esguinces

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Una persona convaleciente de un esguince después de resbalar en la playa fluvial de O Barco

La playa fluvial de O Barco es un lugar muy especial para los vecinos de O Barco. Y es que el río Sil forma parte de la identidad de esta localidad.  Sin embargo, este entorno, área de referencia por excelencia, carece de una zona para el baño no sólo por la merma de caudal, sino porque  tampoco se ha acondicionado un espacio seguro de acceso al agua. De hecho, hay que sortear  pequeños desniveles desde la hierba hasta el cauce. Esto motiva  accidentes como caídas que ya han dado lugar a los primeros esguinces del verano.
Las personas que acuden cada día a este emblemático lugar construyen pequeñas pozas o balsas en el cauce moviendo piedras con sus propias manos, no ya para nadar (que resultaría imposible) sino simplemente para embalsar un rincón y poder mojarse o refrescarse con el fin de  protegerse de las altas temperaturas.
Que es un riesgo «normal» que los bañistas resbalen en las piedras o en la hierba y que no haya suela de goma que pueda hacer frente a esto, es una realidad,  pero también lo es que en otras villas de la provincia sí habilitan en los ríos pequeños sistemas de contención del agua (a modo de presas) para facilitar el baño.

Una vecina de la localidad, que prefiere omitir su nombre, cuenta que «resbalé en la hierba y ahora tengo un esguince. El año pasado, el resbalón fue en las piedras y a punto estuve de romperme un dedo, que lo tuve lesionado más de un mes. Me encanta el río y deberían acondicionarlo un poco mejor para dotarlo de seguridad».
En la misma línea se pronuncian otras personas que acuden cada día hasta el lugar: «este año ni siquiera han puesto arena en la zona donde siempre se habilitaba», esgrimen.
Mientras tanto, los foráneas preguntan dónde pueden nadar y los bañistas siempren indican que esta playa fluvial es para tomar el sol porque muy pocos tramos del río son idóneos para nadar.
Así pues, mucho sol y poco baño, y aunque no se le puedan poner «puertas» al río Sil, sí existen alternativas para hacer posible el baño o, al menos, la seguridad del bañista.  A falta de ello, ya se sabe, a echar mano de las chanclas con suelas de goma y, a santiguarse , porque el resbalón está asegurado.

Los asiduos al río colocan las piedras haciendo muros para crear su propia balsa

 

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