El vino y la huerta: la huella de los pesticidas

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El campo apenas existe, sí. Si pasea por zonas verdes, agrestes y  que cree en estado puro, desconfíe y abandone de inmediato esa idea. Si  mira atentamente a su alrededor descubrirá  la huella mortal de pesticidas, que los agricultores echan en sus cultivos contra las plagas, así como herbicidas para acabar rápido con lo que llaman las malas hierbas.  Y ni se le ocurra hacer lo que hacían nuestros abuelos en su niñez, echar a la boca un  brote de pámpanos de las vides porque  estará tragando sulfato a mansalva.  Hay que desconfiar hasta de las graciosas, bellas e inofensivas florecillas silvestres. 
Precisamente ahora que se acerca la Feira do Viño de Valdeorras (el próximo 12 de julio en O Barco), los viticultores deberían reflexionar sobre esa obsesión maldita de estar fumigando los viñedos continuamente y utilizar todo tipo de herbicidas en el suelo donde crecen.
 Si la calidad de la uva es indiscutible en la comarca también, al menos para mí, queda mermada por esas prácticas. Porque digan lo que digan, esos productos químicos para matar bichitos pasan a la tierra y de la tierra, al fruto y del fruto a su estómago. Está demostrado. En otros lugares España, además de abusar de los plaguicidas, tienen la mala costumbre de regar con aguas fecales y, ya se sabe, la huerta tendrá sabor a water.
Seamos un poco más responsables con el entorno. Habría que empezar a emplear remedios más naturales como alternativa a los fungicidas. Y para ello hay, menos mal, hay varios ejemplos a seguir, en Valdeorras y otros fuera de esta comarca, donde triunfa  el vino ecológico.
En cuanto a los herbicidas, veneno potente en toda regla (desautorizado en otros países de la UE y puesto en cuestión una y otra vez), lo más ecológico es tan sencillo como  desbrozar las hierbas que crecen al pie de los viñedos, pero claro, eso supone mucho más tiempo, un esfuerzo e incomodidad que la mayoría de los viticultores y bodegueros  no parece que estén dispuestos a emprender.

Los vinos de Valdeorras son de calidad, sí, pero ésta sería infinitamente mayor si apostasen por la naturaleza, lo natural, el sabor puro del fruto; si se percatasen de que además de mejorar el paladar en la degustación de las uvas, los productos de huerta y el vino,  también revertiría en nuestra salud. 

Uvas en un viñedo de Valdeorras
Florecillas silvestres en Valdeorras
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Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.